Una persona que quiere venganza tiene sus heridas abiertas y el rencor puede consumir su existencia. La vida es un constante empezar y terminar, se nos presentan diferentes etapas o situaciones, y es necesario saber y aceptar cuándo el final de un ciclo de vida ha llegado.
Muchas veces, en nuestro presente, añoramos el pasado, nos negamos a dejarlo ir, insistimos en buscar los por qué a todo. Aunque nadie nos prometió que seríamos niños para siempre, como tampoco nos podemos afanar por estar unidos a quien también ya cerró su ciclo con nosotros.
Nada en esta vida está garantizado, algunas veces ganamos y otras... perdemos.
Y porque nada hay garantizado en la vida, debemos pasar página y entender que lo único que nos pertenece es el presente, lo que vivimos hoy, y si ese hoy se va, dejémoslo ir, soltémoslo aunque no nos valoren ni nos reconozcan, aunque sintamos que el corazón se nos desgarra y no veamos más allá de tanto llorar. Solamente debemos asegurarnos de que dimos lo mejor de nosotros.
Dios tiene un plan para TODO, podemos sentir ira, enojo, rencor, y ganas de tomar la venganza por nuestras propias manos, pero deja TODO solo en sus manos. Dios se encargará a su tiempo de levantarnos. No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo; yo soy el SEÑOR. Levítico 19:18
Mía es la venganza y la retribución; a su tiempo el pie de ellos resbalará, porque el día de su calamidad está cerca, ya se apresura lo que les está preparado. Deuteronomio 32:35
No permita el SEÑOR que yo extienda mi mano contra el ungido del SEÑOR; pero ahora, te ruego, toma la lanza que está a su cabecera y la vasija de agua, y vámonos. 1 Samuel 26:11
No digas: Yo pagaré mal por mal; espera en el SEÑOR, y Él te salvará. Proverbios 20:22
Pues conocemos al que dijo: MÍA ES LA VENGANZA, YO PAGARÉ. Y otra vez: EL SEÑOR JUZGARÁ A SU PUEBLO. Hebreos 10:30
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