miércoles, 29 de julio de 2015

No durará mucho

Luciano se encontraba muy enfermo, tendido en una de las camas del hospital.
Sin pretenderlo, escucha las últimas palabras que la enfermera y el doctor decían a unos 3 metros de su cama. Al poco tiempo sale el doctor de la habitación, y quedando solo con la enfermera, le dice:
-Sin querer, oí decir al doctor: “No durara mucho”. Y con la voz angustiada y temerosa se anima a preguntar a la enfermera: ¿se refería a mí?
Ante esta inesperada pregunta, la enfermera se apresura a responder con un rotundo: ¡No! Luciano, no se refería a Ud.
-Luciano aliviado, dice: ¡Qué alivio! Pensé que se referían a mí.
Entonces la enfermera prosigue diciendo: cuando el doctor comentaba “no durará mucho” se refería al ataúd que sus familiares ya le compraron…
No duraremos mucho en esta tierra, la mayoría no vamos a pasar al próximo siglo con vida.
Algunos ni siquiera llegarán a la próxima navidad. Hay quienes no llegaran al próximo mundial de fútbol. Hay millones que no pasarán del año 2050.
Pero ante la mala noticia de la muerte, hay una buena noticia, Jesucristo murió por todos nosotros. Cristo murió para que independientemente de que nuestro ataúd dure o no dure mucho, nuestra alma viva no solo 100 años, Cristo murió para que podamos durar mucho, muchísimo. Cristo murió para darnos vida y VIDA ETERNA.
Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección (y la vida). El que cree en mí, aunque muera, vivirá.
El que vive, el que cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto? (Juan 11, 25-26)

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