Muchos creyentes llevan una vida confiando en sus obras y no en el poder de Dios, a pesar de que son salvos por creer en El Señor. Mas cuando depositamos la fe en nosotros mismos, podemos parecer muy espirituales pero, somos inútiles para la obra de Dios.
Si se excluye el poder, la fuerza y el deseo de hacer la voluntad de Dios que da el Espíritu Santo, es imposible llevar una vida plena como cristianos. Sabido esto, todos tenemos una gran responsabilidad, decidir si pondremos nuestra fe en El Creador o en nosotros mismos. No olvidemos que de esta decisión depende quien va a controlar nuestra vida.
Antes de saber lo que el Espíritu Santo anhela para ti, primero debes conocer a Dios y su Palabra, solo así oirás su voz y la pondrás en tu corazón.
Aquel que pone su confianza en sus propias fuerzas, tarde o temprano sembrará obras muertas, pero quien deposita su confianza en el Espíritu de Dios producirá obras fructíferas y eternas.
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