martes, 16 de junio de 2015

La mejor de las decisiones

Las consecuencias, resultados inesperados, efectos desfavorables o como quiera que se les llame, nos hacen darnos cuenta cuando tomamos una mala decisión, de otras opciones que en cierto momento se nos presentaron de una manera diferente a la que hoy vemos, y guiados por algún impulso, emoción o la misma impaciencia, seguimos la primera.
A todos, sin excepción, nos llega a suceder que no vemos más allá de lo que tenemos delante, nos enfrentamos a situaciones en las que tenemos que elegir forzosamente entre dos o más opciones, y el sentimiento que estas nos provocan, a veces es lo que nos hace equivocarnos o precipitarnos.
Puede que, sin darte cuenta, el camino elegido fue el incorrecto o el más largo, o el que influenciado por la emoción de probar algo diferente, te pudo haber llevado a tomar una decisión a la ligera con la que hoy el resultado te afecta, te confunde, te hace sentir que perdiste el rumbo, o que estuviste dando vueltas sin llegar a ningún lado.
Bueno, la verdad es que como seres humanos somos más emocionales que pensantes, y la emoción nos lleva a tomar una decisión sin pensar, hasta que nos encontramos con algún problema, y pasamos de la emoción... a la decepción.
A pesar de que puede haber algo que podamos hacer para saber cómo no equivocarnos, contamos con una mejor opción, y esta es la ayuda y dirección de Dios. Él sabe qué es lo mejor y más conveniente para nosotros, pues ve mucho más allá de lo que nosotros podamos ver.
Porque mis pensamientos no son los de ustedes, ni sus caminos mis caminos, afirma el Señor, mis caminos y mis pensamientos son más altos que los de ustedes; ¡Más altos que los cielos sobre la tierra! Isaías 55:8,9 (NVI)
Puede ser que ahora sufras las consecuencias de una mala decisión, tal vez no tomaste la mejor opción o actuaste precipitadamente, pero si de algo puedes estar seguro es que, a pesar de que ya no hay marcha atrás, o que ya todo está perdido, Dios sigue estando ahí, dispuesto a ayudarte a enfrentar ese problema y guiarte por un nuevo camino; tal vez te sientes lejos de donde tendrías que estar, dando vueltas hacia ningún lado, vagando sin rumbo fijo, pero jamás estarás perdido, pues Él siempre tiene la manera de encontrarte.

Equivocarse siempre trae consigo un aprendizaje, tenemos que cometer errores para madurar, para darnos cuenta, por nosotros mismos, que no siempre lo que creemos mejor en verdad lo es, pero si pedimos la ayuda y dirección de Dios antes de actuar por nuestros impulsos, podemos estar seguros de que estaremos tomando la mejor de las decisiones.

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