viernes, 12 de junio de 2015

Gracia: Nuestra segunda oportunidad

La Escritura pinta un panorama sombrío de la humanidad: está muerta en pecados, bajo la ira de Dios, y sujeta a la separación eterna de Él (Efesios 2.1-3).
Pero, por medio de la cruz de Cristo, el Señor nos da una segunda oportunidad de tener una relación estrecha con Él. Cuando ponemos nuestra fe en Cristo, Él derrama su amor incondicional, su gracia sobre nosotros.
Por su gracia hemos sido justificados por fe. La justificación es la declaración de Dios de que no somos culpables ante sus ojos. Cuando recibimos la salvación, la muerte de Jesús en la cruz es contada como pago por nuestros pecados. Toda nuestra desobediencia pasada, presente y futura es totalmente perdonada.
El medio para obtener esta gracia es a través de una fe genuina en Jesucristo. ¿Cómo es esta fe? Es una fe que acepta el veredicto del Señor de que somos pecadores; que no podemos salvarnos a nosotros mismos, y que necesitamos un Salvador. Es una fe que cree que Jesús pagó por nuestros pecados con su muerte; que Dios aceptó su pago a nuestro favor, y que somos perdonados y hechos miembros de su familia. Si tenemos una fe auténtica en esto, le entregaremos nuestra lealtad y le serviremos de corazón.
La gracia también nos da paz con Dios. Antes de ser salva, la persona era su enemiga, y estaba bajo la sentencia de muerte eterna. Pero después de poner su fe en Cristo, es adoptada en la familia de Dios y tiene su favor para siempre.
Por la gracia se nos ha dado una segunda oportunidad. En vez del castigo eterno que merecíamos, hemos recibido la aceptación de Dios por la fe en Cristo (Romanos 15.7) y hechos miembros de la familia de Dios (Romanos 8.15). Aproveche plenamente esta segunda oportunidad siguiendo al Señor con fervor.

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