jueves, 11 de junio de 2015

Con voluntad de vivir

“Y muchos le reprendían para que callase, pero él clamaba mucho más: ¡Hijo de David, ten misericordia de mí”.
(Marcos 10:48)
El otro día me encontraba en la oficina de mi médico, y resulta que, en mi país, ahora hay que rellenar un impreso en el que cada persona escoge unas opciones y declara qué se debe hacer con él, en caso de que tenga un accidente y esté en una situación entre la vida y la muerte.
Después, escuché a una señora comentar: “pese a todo lo que he pasado y mira que he tenido que luchar, digo que hay que ir siempre con voluntad de vivir”. Fue entonces cuando pensé que la voluntad conlleva el deseo, la decisión y la acción de querer o no hacer algo. Meditando tranquilamente, pensé en el ciego Bartimeo. Porque personalmente, considero que este hombre tenía muchos deseos de vivir. Que estaba cansado de no ver y de tener que mendigar para comer y subsistir. También estaba harto de pedir y de tener que esperar a que alguien se apiadara y tuviera misericordia de él.
Por eso no desaprovechó el momento, y cuando escuchó que Jesús de Nazaret pasaba cerca de él, ni corto, ni perezoso, escogió la mejor opción… ¡Gritar como un loco para que Jesús lo escuchara! Se aferró a la esperanza y a la fe de que él podía tener un futuro y una vida mejor. Y como sabía que el único que podía hacer un milagro en su vida era Jesús, ignoró a los que le decían que se callara. Más aún, gritó con todas las fuerzas de su corazón, como si de eso dependiera toda su vida.
Y su acción provocó que Jesús lo escuchara, se detuviera y lo llamara. Jesús no lo rechazó ni lo reprendió. Jesús le preguntó: “¿qué quieres que te haga?” Y él, muy decidido, respondió: “Maestro, que recobre la vista”. (Lo que significa que Bartimeo había perdido su vista, no era ciego de nacimiento). Fue tal la fe que Jesús observó en Bartimeo que le dijo: “Vete, tu fe te ha salvado”. Y registra la Biblia que enseguida recibió la vista. Dos milagros recibió Bartimeo debido a su fe, voluntad y determinación: LA SALVACIÓN DE SU ALMA, Y RECUPERAR LA VISIÓN QUE TANTO AÑORABA.
Escoge siempre vivir, decide luchar aunque parezca que tus sueños están rotos en mil pedazos. Aún cuando postrado en cama o dolorido por la enfermedad, quisieras desfallecer. Decide elevarte sobre el dolor y las tormentas. Nada como el pato en el agua, que desde fuera uno lo ve tranquilo, pero debajo del agua, donde nadie lo ve, mueve sus patitas como loco para mantenerse flotando.
La voluntad y la perseverancia pueden lograr grandes resultados. ¡NO TEMAS, DIOS ESTÁ AHÍ CONTIGO! Él está cerca de ti, escuchándote, amándote, cuidándote y dándote la fortaleza para que puedas resistir cualquier prueba que la vida te presente, no importa cuán fuerte sea.
Recuerda que Dios guarda en completa paz a aquellos cuyo pensamiento en Él perseveran porque en Él han confiado.

¡QUE TU VOLUNTAD TRANSCIENDA LA MÁS FUERTE TEMPESTAD!

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