Tengo veintiséis años y estoy a punto de casarme. Pero últimamente conocí a una chica que me gusta mucho, y me parece que el amor por mi prometida está disminuyendo. Estoy en una situación en que no sé decidir entre ambas. ¿Qué me aconseja?
Primero, consideremos que, casi todos los jóvenes poco antes de casarse, pierden interés en su prometida, o sienten dudas como resultado del temor a perder su libertad o a equivocarse para siempre. Téngalo en cuenta.
Tercero, Dios sabe cuál es la señorita adecuada para usted, porque “somos creación de Dios, creados en Cristo para buenas obras”, dice Efesios capítulo 2. Por lo tanto, debe cuidarse de no actuar neciamente, sino con sabiduría. Si usted es un cristiano de verdad, tiene el privilegio de presentarle ese dilema a Dios. Esto es importante, necesita pasar horas hablando con Dios y leyendo la Biblia, para tomar una decisión sabia y entendida de Su voluntad. ¡Qué hermoso es saber que Dios contesta la oración!
Cuarto, para saber cuál es la voluntad de Dios, es necesario que Cristo esté en su corazón, y de esta manera usted abre las líneas de comunicación entre usted y Dios. Si Cristo no está en su corazón, esa comunicación no es posible. Usted puede hablar, pero la oración no tiene respuesta. Dios oye, pero no contesta en este caso, porque si la persona no se ha convertido a Cristo, Dios no es su Padre; Dios es su Creador nada más. Para que Dios conteste su oración, debe tener a Cristo en el corazón, ¿lo tiene?
En quinto lugar, confiésele a Dios su temor e inseguridad, y deje que Cristo guíe su vida. Hay una promesa estupenda en el Salmo 32:8
“Te haré entender y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos”.
Esta promesa se la hace Dios. Pero usted debe ser sincero, cuéntesela a Él de rodillas, buscando Su voluntad. Él le va a dar paz en cuanto a qué muchacha debe ser su esposa.
Por último, háblele a su novia sobre el poder regenerador de Cristo. No es que le hable acerca de su dilema, sino de Cristo, y que lean juntos la Biblia para encontrar así la voluntad de Dios para ustedes, porque la vida de ambos está implicada en esta decisión.
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