miércoles, 6 de mayo de 2015

Perdido en el bosque

La historia trata de un niño llamado Carlitos. Estaba muy entusiasmado jugando en el jardín de su casa, cuando salió su madre para decirle que debía entrar en ella. Había notado que el clima había cambiado y que pronto se dejaría caer la tormenta. 
Carlitos, enojado, cuando sintió que la puerta se cerraba, corrió para salir del jardín y se internó en el bosque; había decidido ser libre, y no ser mandado por nadie. Y se sentó a descansar a los pies de un árbol, contento con lo que había hecho. 
perdido-en-el-bosque
No había pasado mucho tiempo, cuando gruesas gotas de agua humedecieron su rostro, luego fue a más, y a más, hasta caer un verdadero aguacero. Intentó retomar el camino a casa, y le fue imposible, había barro por todas partes, y lo más grave es que estaba totalmente desorientado. Se acordó de los brazos cálidos de su madre, y de pronto, se hirió en su cabeza al perder el equilibrio, golpeándose con una gran piedra. 
Mientras, su madre junto a su otra hija, desesperadamente trataban de encontrarlo. Iban con linternas en la mano, lo llamaban, hasta que fue encontrado tendido en el suelo, sin conocimiento, empapado y muy, muy helado. Carlos, despertó sobre su cama, arropado, curada su herida, y con mamá a su lado. 
-Mamá, perdóname por no obedecerte, creí que podía guiarme solo, dijo. 
-Te basta con la experiencia que has tenido, Cuando se trate de obedecer, recuerda lo que has vivido en estas horas.
Este es aquel Moisés que estuvo en la congregación en el desierto con el ángel que le hablaba en el monte Sinaí, y con nuestros padres, y que recibió palabras de vida que darnos; al cual nuestros padres no quisieron obedecer, sino que le desecharon, y en sus corazones se volvieron a Egipto. Hechos 7: 38,39.
Carlitos aprendió la lección. Existía un lazo de sangre entre él y su mamá, que lo obligaba a obedecer. Es una ley natural que sea así, pues si no fuera de esa manera la sociedad sería un caos. La obediencia es un pilar que mantiene unida a la familia, donde cada uno cumple su rol, en sujeción. Cuando un miembro de la familia rompe la normalidad de la relación causa daño, y las consecuencias pueden llegar a ser muy duras, como las que vivió Carlitos.
Los hijos y las hijas de Dios también tienen con Él un lazo de sangre que los obliga a obedecer; la obediencia no es opcional.
A Moisés le fue dada palabra de vida que compartir con la nación israelita, mas la rechazaron no obedeciéndola. A tanto llegó su desobediencia, que sus corazones se volvieron a Egipto, o sea que, aunque físicamente estaban formando parte de la congregación, el corazón del pueblo añoraba la vida antigua, lo que habían dejado atrás. 
Es deseable que usted no sea como aquellos, que participan en una congregación pero en su corazón extrañan la vida que dejaron atrás, si es que se le puede llamar vida a eso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario