LUCAS 17:3-4 “Si tu hermano peca, repréndelo; pero si cambia de actitud, perdónalo. Aunque peque contra ti siete veces en un día, si siete veces viene a decirte: -‘No lo volveré a hacer’-, debes perdonarlo.”
Según tu opinión, ¿es fácil perdonar? Para la mayoría de las personas no lo es. El resentimiento duele mucho, y muchas veces se transforma en odio y rencor, llegando muchos a decir. “¡Yo simplemente no puedo perdonar!”. El resentimiento y la rabia sacan toda la alegría de vivir, y muchos insisten en decir siempre la misma cosa: “¡Yo no puedo perdonar!”
Innumerables personas están cargando ahora mismo con estos sentimientos de amargura. Quizá tú seas una de esas personas, y si dices que no puedes perdonar, estás muy equivocado. Deberías decir: “¡Yo no quiero perdonar!”
Bueno, a fin de cuentas, ¿Qué es lo que pasa al no perdonar? ¿Afectará esto a la otra persona? Por lo general, no. Pero quien no consigue perdonar termina perjudicándose más que aquella persona a quien no perdonamos.
Pero recuerda lo que Dios te dice: -“Pero yo, yo mismo soy tu Dios y por eso perdono tus pecados y los olvido”-. Además de no ser de beneficio para ti, a Dios no le agrada que no perdones. Incluso Él afirma: “Sed buenos y compasivos unos con otros, y perdonaos unos a otros como Dios os perdonó en Cristo” (Efesios 4:32).
Si no perdonas vas engendrando resentimiento que va en aumento hacia el rencor y el odio, haciéndote esclavo de esos sentimientos y separándote de Dios. Si quieres ser libre, debes perdonar.
Perdonar es una decisión de la voluntad propia, es avanzar en tu camino o quedarte paralizado por hechos que ya no se pueden cambiar. Es tu elección.
Así que, si aún persistes en no querer perdonar, anímate a tomar en este día la decisión de hacerlo y de buscar la reconciliación. Cristo es la llave para que consigas perdonar a tu prójimo, en Él encontrarás las fuerzas para perdonar y te capacitará para hacerlo.
Al perdonar, la paz de Dios llenará tu vida, habrá una enorme sensación de paz interior en tu corazón y también en tu mente, y el nombre de Dios será glorificado porque has sido obediente a su mandato.
Señor, mi Dios. Sé que tu grandeza y tu sublime expresión de amor es perdonar. Tú que perdonas y olvidas mis pecados, te pido tu gracia para poder perdonar a las personas que de alguna manera me han ofendido. Así como me darás las fuerzas para perdonarlas, también dame la sabiduría para poder amarlas, y no dar espacio en mi vida al odio y al rencor. En Cristo Jesús. Amén.
Según tu opinión, ¿es fácil perdonar? Para la mayoría de las personas no lo es. El resentimiento duele mucho, y muchas veces se transforma en odio y rencor, llegando muchos a decir. “¡Yo simplemente no puedo perdonar!”. El resentimiento y la rabia sacan toda la alegría de vivir, y muchos insisten en decir siempre la misma cosa: “¡Yo no puedo perdonar!”
Innumerables personas están cargando ahora mismo con estos sentimientos de amargura. Quizá tú seas una de esas personas, y si dices que no puedes perdonar, estás muy equivocado. Deberías decir: “¡Yo no quiero perdonar!”
Bueno, a fin de cuentas, ¿Qué es lo que pasa al no perdonar? ¿Afectará esto a la otra persona? Por lo general, no. Pero quien no consigue perdonar termina perjudicándose más que aquella persona a quien no perdonamos.
Pero recuerda lo que Dios te dice: -“Pero yo, yo mismo soy tu Dios y por eso perdono tus pecados y los olvido”-. Además de no ser de beneficio para ti, a Dios no le agrada que no perdones. Incluso Él afirma: “Sed buenos y compasivos unos con otros, y perdonaos unos a otros como Dios os perdonó en Cristo” (Efesios 4:32).
Si no perdonas vas engendrando resentimiento que va en aumento hacia el rencor y el odio, haciéndote esclavo de esos sentimientos y separándote de Dios. Si quieres ser libre, debes perdonar.
Perdonar es una decisión de la voluntad propia, es avanzar en tu camino o quedarte paralizado por hechos que ya no se pueden cambiar. Es tu elección.
Así que, si aún persistes en no querer perdonar, anímate a tomar en este día la decisión de hacerlo y de buscar la reconciliación. Cristo es la llave para que consigas perdonar a tu prójimo, en Él encontrarás las fuerzas para perdonar y te capacitará para hacerlo.
Al perdonar, la paz de Dios llenará tu vida, habrá una enorme sensación de paz interior en tu corazón y también en tu mente, y el nombre de Dios será glorificado porque has sido obediente a su mandato.
Señor, mi Dios. Sé que tu grandeza y tu sublime expresión de amor es perdonar. Tú que perdonas y olvidas mis pecados, te pido tu gracia para poder perdonar a las personas que de alguna manera me han ofendido. Así como me darás las fuerzas para perdonarlas, también dame la sabiduría para poder amarlas, y no dar espacio en mi vida al odio y al rencor. En Cristo Jesús. Amén.
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