sábado, 16 de mayo de 2015

Libre

“Pelearán contra ti, pero no te podrán vencer, porque yo estoy contigo para librarte, afirma el Señor.” Jeremías 1:19
Jeremías no lo tenia fácil. Era un hombre joven en una sociedad que ponderaba las canas y respetaba la experiencia. Y Dios lo enviaba a dar un mensaje temerario y espantoso: El exilio por la desobediencia descarada. Nunca es fácil decir las malas noticias. Pero ser el portavoz del terrible castigo divino a generaciones de desobedientes, era una tarea demasiado pesada para un joven.
Jeremías tenía miedo. Pensaba que no estaría a la altura de las circunstancias y que las posibles consecuencias eran demasiado grandes para que pudiera superarlas. Y analizando lo que tenía por delante, se desanimó. Eran demasiados problemas para tan pocos recursos, y estaba solo. Parecía que el pedido de Dios era enorme y que le otorgaba además, una responsabilidad que no podía cumplir.
Conocía la ciudad donde tenía que predicar. Eran sus vecinos, la gente con la que se había criado y crecido. Los conocía tanto como ellos a él, y eso jugaba en su contra. Sabía que se iban a enojar cuando conocieran que Dios los estaba juzgando por sus actos. Y a ellos no les gustaba que los señalaran. Cada uno tenía su excusa o su justificación para actuar como lo estaban haciendo y se creían buenos. La censura que Dios le mandaba a Jeremías a hacer a sus conciudadanos, significaba ponerles el dedo en la llaga. Y eso dolía.
Y ante el miedo de Jeremías, Dios le hace una promesa enorme. Puede ser que sea difícil, que tenga contras la tarea, que peleen contra ti, que te insulten o te golpeen, pero no podrán vencerte. Dios iba a estar con Jeremías y Dios es infinitamente más grande.
Dios no ha cambiado. ¡Gracias a Dios sigue siendo igual! Y su promesa sigue estando vigente. ¿Qué es lo que hoy te atemoriza? ¿Qué cosas te inquietan o te desvelan? Puede que hoy no tengas enemigos que quieran golpearte o te amenacen, pero existen otros problemas que a veces duelen más que las agresiones físicas aunque sean invisibles.
Pero Dios vuelve a decirte, como le dijo a Jeremías hace tantos años: "vas a tener que pelear, la lucha será dura, pero no te van a vencer. No importa cuál sea tu enemigo, cuál sea tu temor o cuál sea tu angustia. Nada podrá vencerte porque Yo (dice Dios) estoy contigo para librarte".

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