domingo, 3 de mayo de 2015

He fallado demasiado…

Hay millones de creyentes en todo el mundo que nunca han conocido y nunca han creído que Dios realmente los ama. Dicen: “Sé que Él murió por mí, yo lo amo, pero hay algunos pecados de mi vida pasada de los que no me puedo librar, algunos errores que me hacen creer que Él no se complace en mí.”
“Realmente, puedes estar en el ministerio, ser fiel, amar al Señor, ser santo, justo,... y aún  así, no creer en el amor que Dios tiene para ti”.
¿Por qué gritas a causa de tu quebrantamiento? Incurable es tu dolor, porque por la grandeza de tu iniquidad y por tus muchos pecados te he hecho esto. Jeremías 30:15
Posiblemente estés sufriendo porque le fallaste al Señor y dices “he caído muy bajo”. En aquella ocasión el pueblo de Dios estaba afrontando las consecuencias de sus acciones, ... entonces debes tener presente dos puntos: Si Él es un verdadero padre te va corregir y disciplinar por amor; te va doler, sin embargo, Él desea restaurarte.
Jehová se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia. Aún te edificaré, y serás edificada, oh virgen de Israel; todavía serás adornada con tus panderos, y saldrás en alegres danzas. Aún plantarás viñas en los montes de Samaria; plantarán los que plantan, y disfrutarán de ellas. Jeremías 31:3-5
Dios habla a aquellos que le han fallado. Él dice que te ama y que aún te va a edificar, que todavía te usará, que aún puedes dar buenos frutos. Solo debes comprender la magnitud del amor de tu Padre, quien te ama y desea hacer grandes cosas contigo. Mientras no estés seguro de este amor, no tendrás alegría, paz, y tampoco victoria; no podrás entender quién eres en Cristo ni el gozo de su resurrección, porque no comprendes lo que hizo por ti.
Cuando un drogadicto se salva, viene a la iglesia muy feliz y se siente tan amado que es agradable verlo adorar. Pero en lugar de venir así, muchos se apartan del camino porque se niegan a regresar al amor del padre, creen que llevan una carga de pecado tal que no quieren soltarla, no pueden aceptar que Dios es amor y perdón, y siguen intentando hacer las paces con Él. No pueden concebir que son amados y perdonados.
Si Dios nos pide que perdonemos a nuestros hermanos y hermanas, ¡cuánto más está dispuesto a perdonarnos! Es cuestión de “creer” en lo que Dios nos dijo. Aquellas personas que han aceptado el amor de Dios, aunque sus heridas parecieran incurables, hoy están sanas, y Dios sigue obrando grandemente en sus vidas porque permitieron que el Espíritu Santo las redimiera.
No importa lo grave que haya sido tu pecado, ¿Recuerdas lo que hacías para Dios y cómo lo servías? Si estás ahora lejos del padre no digas que no puedes volver, porque sí lo puedes hacer. Ese fue el propósito de la cruz, puedes volver a tu padre en cualquier momento, levantarte y correr a sus brazos. Además, la mayor arma contra la tentación y el pecado es conocer y caminar con el amor de Dios.
 ¡Somos amados y perdonados!

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