jueves, 7 de mayo de 2015

El ayuno

Ayunar es abstenerse de alimentos. No ingerir alimentos como mínimo durante un día. Hay quienes incluso tampoco beben líquido, haciendo un ayuno total. Pero ayunar sin orar, sin buscar a Dios y sin atender nuestra vida espiritual, es como hacer una dieta más.
Devocional - EL AYUNO1. Ayunar y buscar a Dios.
Para que tenga un valor real, el ayuno debe estar acompañado de la búsqueda de Dios. Durante todo el tiempo que dure tu ayuno debes alimentar tu vida espiritual: Ora, confiesa, renuncia a cosas de este mundo, lee la Palabra de Dios, alaba, adora y sé agradecido.
Mientras ayunas, debilitas tus deseos naturales, físicos y carnales. Y mientras buscas a Dios fortaleces tu vida espiritual y tu fe. Crece el poder de Dios en tu vida. Es la doble función del ayuno.
2. Ayunar es mucho más que no comer.
No es solo ayuno de comida y bebida. Es ayuno de todo aquello que es placentero para tu carne y tus deseos humanos. No estamos hablando de cosas pecaminosas ni malas que ya sabemos que no debemos hacerlas, sino de aquellas cosas que siendo buenas, estimulan nuestros deseos. Por ejemplo:
  • Hacer el amor con nuestra pareja  (casados).
  • Salir a comprar y gastar dinero. Ver una película o un partido de fútbol.
  • Estar con mi novia/o. Escuchar música.
  • Ver una novela o serie favorita. Dormir varias horas de siesta.
  • Navegar en Internet, ir al cine, al teatro, etc.
  • Jugar al fútbol o practicar deporte. Salir con los amigos.
  • Leer revistas, novelas o libros seculares (no cristianos).
No son cosas malas, de hecho son parte de nuestras vidas, pero si ayunas es para dedicarte intensamente a tu vida espiritual. La prioridad la tiene tu vida espiritual. Te abstienes voluntariamente de todo aquello que te resulta placentero o gratificante, y te entregas a buscar a Dios, debilitando tu carne y fortaleciendo tu espíritu.
Ayunar de esta forma por lo menos una vez por semana, y siempre que durante el resto de la semana sigas relacionándote con Dios, revolucionará tu vida espiritual, aumentará tus deseo de santidad, fortalecerá tu fe, adquirirás mayor entendimiento y revelación espiritual, tendrás menos inclinación al pecado y tomarás un hábito saludable.
3. Ayunar es primeramente, para mi propia vida espiritual.
Hay muchos ejemplos en la Biblia, de personas que ayunaron ante determinadas circunstancias para obtener el favor de Dios. Esto es correcto y está bien, pero tenemos que entender que al ayunar, Dios trabaja primero en nuestras propias vidas y después, si Él quiere, nos dará aquello por lo que estamos ayunando. Y sí… ayunar vale la pena. Pruébalo.

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