Cuando pensamos en las cosas negativas que nos pueden pasar en la vida, las preocupaciones, los problemas, el estrés y las luchas, no tenemos en cuenta una cosa que lo puede cambiar todo, que es una sonrisa. Una sonrisa que puede ser hallada en abundancia.
En el Hospital Christie en Manchester, lo primero que uno ve es una sonrisa en un rostro dirigida a un extraño, a mí. Y no es raro; dondequiera que vayamos en él, hay siempre una sonrisa, un rostro cálido, algo que brilla.
Además, el personal es fantástico y nos ofrece un sentimiento de paz que nos hace sentir que no nos sobrevendrá ningún daño. ¿Cómo lo logran?
Son serenos y listos a la hora de realizar sus labores diarias con una eminente sonrisa.
Una cosa que inspira a cada uno de los pacientes; a pesar de su estado de salud, ninguno de ellos, una mezcla de todas las razas y sexos, será atendido sin una sonrisa de “oreja a oreja”.
Al mirar alrededor, me animo y cobro fuerzas.
Me sumaré a este grupo sin importar el tiempo para salir de esto. Seré una persona mucho más fuerte. Planeo sonreír más cada día ahora que he aprendido su verdadero significado.
Esta reflexión, escrita desde la perspectiva de un paciente en un hospital, no es solo un llamado a un grupo de profesionales de la medicina, sino más bien un desafío a todos nosotros. Porque el autor, a pesar de su estado de salud, reconoce el valor espiritual y terapéutico que una sonrisa puede ofrecer.
No es solo el hecho de que sonreír nos bendiga a nosotros mismos, - sabemos que sonriendo tensamos muchísimos menos músculos que frunciendo el ceño - sino que a través de la sonrisa auténtica, podemos compartir paz y sanidad a quienes lo necesitan. Obviamente, el énfasis está en la calidez y autenticidad de la sonrisa que nace en el corazón, y no simplemente en la intención de pasar por socialmente correctos.
Tal vez esa sea parte de nuestro servicio a Dios: sonreír a los demás y alegrarles el día. Pero tal vez, Ud. piense que la sonrisa no brota tan rápidamente en su rostro y
que necesita ayuda. Entonces, ¿por qué no dedicar un tiempito para acercarnos, junto con tantos otros que necesitan al Señor, a una congregación y adorar con ellos, abriendo nuestros corazones para recibir la paz, poder y la sabiduría que todos necesitamos, y también la gracia para bendecir a cuantos nos rodean…con una sonrisa en el corazón?
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