jueves, 16 de abril de 2015

No me avergüenzo

“Barrabás” es una de las películas más tradicionales que se ve en Semana Santa en determinados lugares, y que tiene dos grandes enseñanzas:
La primera, es que Dios usó a Raquel, la pareja de Barrabás, y a Sahek, otro prisionero que conoció en la mina de azufre en Sicilia, para que ambos le hablaran acerca de Jesús, y le recordaran que ocupó su lugar en la cruz porque lo amaba y quería que fuera salvo. Pero no fueron sus palabras las que lo impactaron sino el testimonio que ambos le dieron con sus vidas, porque Raquel cambió su manera de hablar, de comportarse e incluso de vestir; murió apedreada porque la encontraron hablando a un grupo de personas ciegas sobre los milagros que el Maestro había hecho. Y Sahek fue asesinado por compartirle a un grupo de gladiadores, sobre la vida de Jesús y la salvación que Él ofrecía a todo aquel que lo reconociese como su Señor.
La segunda, que el amor de Dios es indescriptible y su paciencia no es comparable con ninguna otra, porque a pesar de todo lo que Barrabás había presenciado se negaba a creer en Jesús; pero Dios no solo lo salvó tres veces de la muerte, sino que también le devolvió su libertad en dos ocasiones, todo con la finalidad de que reconociera que Él existía, que cuidaba de él y que no permitiría que nadie le quitara la vida, hasta que se cumpliera el propósito con el cual había sido creado. Y así fue, porque al final reconoció a Jesús como su único Salvador, confesó que era cristiano y murió crucificado.
Si alguien se avergüenza de mí y de mi mensaje en estos días de adulterio y de pecado, el Hijo del Hombre se avergonzará de esa persona cuando regrese en la gloria de su Padre con sus santos ángeles. Marcos 8:38 (NTV)
No importan las circunstancias que estés viviendo este tiempo, ¡sigue adelante!. No des un paso atrás ni tengas miedo a lo que pueda venir, porque Dios prometió estar contigo todos los días. Sigue reconociendo a Jesús como tu único Señor y Salvador, no lo niegues en ningún momento ni por ningún motivo, continúa creyendo en Él y en su Palabra, cumple la gran comisión que te dejó, de ir y hacer discípulos a toda criatura, sigue compartiendo de su amor a todo el que te rodea, porque la recompensa de tu fidelidad será pasar toda la eternidad a su lado, donde ya no habrá más llanto ni dolor.
No me da vergüenza anunciar esta buena noticia. Gracias al poder de Dios, todos los que la escuchan y creen en Jesús son salvados; no importa si son judíos o no lo son. Romanos 1:16 (TLA)
Tu testimonio habla más que mil palabras. ¡Cuídalo!

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