domingo, 19 de abril de 2015

Procastinando (evitando) cambios

La procrastinación es la conducta de evitar o aplazar sin fecha definida, reiteradamente, a conciencia o inconscientemente, lo que se percibe como desagradable, incómodo y/o difícil. En más de alguna ocasión, te debes haber encontrado a las puertas de realizar alguna actividad que posee las características antes mencionadas y te has demorado mucho tiempo en comenzarla.
No es difícil recordar mis tiempos de estudiante cuando tenía que preparar extensas evaluaciones un domingo por la tarde. Comenzaba quejándome de lo mucho que tenía que leer, y cuando el sol entraba por mi ventana era aún peor, porque pensaba en todas las actividades al exterior que podría estar realizando y que, obviamente, eran mucho más divertidas que sentarme a leer. Luego continuaba ordenando alguna sección de mi armario ropero, tirando papeles antiguos o pintándome las uñas, acciones para evitar el estudio. Incluso en el momento mismo del estudio, comenzaba a completar mi agenda con las evaluaciones pendientes, o lo que debía realizar el lunes. En consecuencia, procrastinaba toda mi sesión de estudio porque ésta me resultaba desagradable, muy desagradable.
Procrastinando cambios
Pero no sólo en tareas como estas podemos procrastinar; también podemos hacerlo en nuestros propios procesos de cambio. Si hay alguien que debe conocer bien como somos, somos nosotros mismos. Bien o mal, vivimos toda la vida con nosotros mismos, por tanto accedemos a información confidencial que incluso nuestros propios padres desconocen y que tampoco les revelaremos. 
En este conocimiento profundo que tenemos de nosotros mismos, sabemos que hay cosas que debemos cambiar para tener la clase de vida que queremos y ser la clase de persona que queremos ser. Cuando nos enfrentamos a estas cosas o situaciones que tenemos que cambiar, nos resistimos a hacerlo, los evitamos a toda costa porque “soy así”, “el Señor me hizo así”, “mi papá también era así”, “el que me quiera me tendrá que aceptar así” y una serie de supuestos que sacan más de una vergüenza escucharlas. En este proceso, entre que nos damos cuenta de los cambios necesarios y no los hacemos, estamos procrastinado el cambio. Nos resulta incómodo, desagradable y/o difícil el hacerlo por lo que lo evitamos de manera activa o pasiva.
Lo más importante para combatir la procrastinación es encontrar el sentido y la razón de por qué hay que hacer aquello que hay que hacer; pensar en las consecuencias de si no lo hacemos, los efectos a largo plazo que tendría no realizar por ejemplo, el cambio “X” o “Y”; también fijarse metas realistas sin esperar la perfección, y dividir la meta en metas más pequeñas que nos acerquen con mayor seguridad a lo que aspiramos, y caso de que ya nos sea imposible de realizar, pedir ayuda, pensar si esta tarea, meta o cambio puedo realizarlo solo o necesito pedirle a alguien que me ayude o acompañe.
La procrastinación puede ser un enemigo peligroso que se resiste a lo nuevo, y no nos permite completar las tareas de manera exitosa, o como nosotros consideremos que sea exitoso, de acuerdo a nuestros planes futuros y al proyecto de vida que repasamos antes de quedarnos dormidos. La procrastinación puede ser un vicio que nos hace prisioneros y nos impide avanzar.
No procrastines más y comienza a trabajar en aquello que sabes que debes realizar.

Comienza ahora.

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