La libertad es algo que el hombre siempre ha procurado tener, incluso países han luchado por ella. Grupos, razas y demás, han dado su vida para poder ser partícipes de un gran cambio en la historia de la humanidad.
Antiguamente se establecían mercados de esclavos, por ejemplo, en Estados Unidos fue en Wall Street donde se estableció el primer mercado de esclavos en el país. Los barcos negreros procedentes de África, llegaban a la ciudad cargados de esclavos que se vendían como mano de obra, sobre todo para las plantaciones de algodón, y desde allí se distribuía este producto. Como era de esperar, las aseguradoras de los barcos, los grandes comerciantes y los bancos que financiaban los viajes, debían estar “cerca de sus inversiones“, lo que dio idea del nuevo mercado.
Aunque la esclavitud física no ha sido erradicada aún en su totalidad, hay una esclavitud que fue eliminada para siempre. Jesús nos compró del mercado de esclavos para que siempre seamos libres, para no volver nunca a la esclavitud.
“Dios es tan rico en gracia y bondad que compró nuestra libertad con la sangre de su Hijo y perdonó nuestros pecados. Él desbordó su bondad sobre nosotros junto con toda la sabiduría y el entendimiento.” Efesios 1:7-8 (NTV)
El sacrificio de Jesús, pagó el precio que ninguna persona podría cancelar por nuestra libertad, y eso es lo que debe remarcar nuestro corazón, ya que si Él no lo hubiera hecho, estaríamos condenados eternamente a ser prisioneros del pecado y de la muerte eterna.“Dios es tan rico en gracia y bondad que compró nuestra libertad con la sangre de su Hijo y perdonó nuestros pecados. Él desbordó su bondad sobre nosotros junto con toda la sabiduría y el entendimiento.” Efesios 1:7-8 (NTV)
No dejemos de lado la fidelidad que le debemos a Dios; nada de lo que estamos pasando puede ser motivo para olvidar que, como personas redimidas, tenemos el mejor dueño de nuestra vida; que por más que no recibamos lo que estamos pidiendo, Él sabe qué es bueno y malo para nosotros y que siempre velará por nuestro bienestar eterno.
¡Eres libre y amado por Dios!
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