Al usar nuestras palabras para bendecir, estamos pidiendo a Dios que deposite las gracias necesarias sobre alguien en particular. Y quien bendice continuamente, atrae esas mismas bendiciones para sí, como un regalo de Dios que es generoso. Pero quien maldice continuamente, atrae sobre sí destrucción y calamidad. (Deuteronomio 11, 26-28) 26 “En este día les doy a elegir entre bendición y maldición. 27 Bendición, si obedecen los mandamientos del Señor su Dios, que hoy les he ordenado. 28 Maldición, si por seguir a dioses desconocidos, desobedecen los mandamientos del Señor su Dios y se apartan del camino que hoy les he ordenado.
Para que nuestra bendición tenga efecto debemos agradar a Dios con nuestra vida, dejarnos conducir por su Espíritu Santo y creer que lo que declaramos con nuestras palabras es real y verdadero, y que Dios es quien lo hace por amor a nosotros. El hombre o mujer que bendice se vuelve generoso y al bendecir a alguien, antepone sus intereses por los del prójimo, por amor, y es esto lo que Dios quiere; quiere que amemos a nuestros hermanos y deseemos su bendición para que seamos bendecidos. (Filipenses 4, 18-20) Lo que me enviaron fue como una ofrenda de incienso perfumado, un sacrificio que Dios recibe con agrado. 19 Por lo tanto, mi Dios les dará a ustedes todo lo que les falte, conforme a las gloriosas riquezas que tiene en Cristo Jesús. 20 ¡Gloria para siempre a nuestro Dios y Padre! Amén.
Pero, ¿qué es bendecir? Es declarar, desear sobre alguien o algo, que le llueva la gracia de Dios pidiendo que caigan cosas buenas sobre él/ella, y que le ayuden a encontrar al Dios de la Verdad y el Amor: Jesucristo. Bendecir es como una declaración de poder y de fe, sin titubear, sabiendo que lo que declaramos ya lo tenemos, y que sucederá pidiéndoselo a Dios en el Nombre de Jesús. Juan 14:13-14 Y todo lo que ustedes pidan en mi nombre, yo lo haré, para que por el Hijo se muestre la gloria del Padre. 14 Yo haré cualquier cosa que en mi nombre ustedes me pidan.
¿A quién bendecir? A nuestro prójimo, a nuestra esposa o esposo, a nuestros hijos, a nuestros padres, a nuestros maestros, a nuestros líderes y sacerdotes, a nuestro trabajo, nuestro hogar; bendecir a Dios, incluso a nuestro más acérrimo enemigo. (Lucas 6, 28) Bendigan a quienes los maldicen, oren por quienes los insultan.
¿Cómo bendecir? Pronunciando las palabras del bien, que en nombre de Jesús, deseamos para alguien o algo. Bendecimos por medio de las palabras que hablamos, lo que decimos en voz alta. (Números 6, 27) “Así ellos pronunciarán mi nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré.”
Cuando puedas, en un momento de quietud, reúnete con tu esposo/a, con tus hijos o con tus padres, y declara palabras de bendición sobre ellos. Si no está alguien presente, declárale también la bendición (incluso a tus enemigos).
¿Qué harías si después de 57 años encuentras a tu hermano en estas condiciones? Mira lo que hizo él.
Esa mujer conoció a Raimundo en la calle. La mayoría de personas no le hablaban pues les daba miedo. Pero Raimundo, un indigente que vivía en la calle desde hacía 35 años en Brasil, se hizo amigo de esa mujer. Él le regaló uno de sus poemas la primera vez que hablaron. Como consecuencia, ella decidió hacer algo por Raimundo, y eso cambio su vida.
1 Tesalonicenses 5:15
Mirad que ninguno devuelva a otro mal por mal, sino procurad siempre lo bueno los unos para con los otros, y para con todos.
Gálatas 6:10
Así que entonces, hagamos bien a todos según tengamos oportunidad, y especialmente a los de la familia de la fe.
Hebreos 13:16
Y no os olvidéis de hacer el bien y de la ayuda mutua, porque de tales sacrificios se agrada Dios.
Mirad que ninguno devuelva a otro mal por mal, sino procurad siempre lo bueno los unos para con los otros, y para con todos.
Gálatas 6:10
Así que entonces, hagamos bien a todos según tengamos oportunidad, y especialmente a los de la familia de la fe.
Hebreos 13:16
Y no os olvidéis de hacer el bien y de la ayuda mutua, porque de tales sacrificios se agrada Dios.
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