sábado, 28 de marzo de 2015

Vivir No Duele

Tan definitivo como todo lo simple. Nuestro dolor no viene de las cosas vividas, sino de las cosas soñadas y que no se cumplieron.
¿Por qué sufrimos tanto por amor? Lo normal sería que la gente no sufra, en todo caso agradecer por haber conocido una persona tan bella, que generó en nosotros un intenso sentimiento y que nos hizo compañía por un tiempo razonable, un tiempo feliz.
Crecimiento
¿Pero por qué sufrimos?
Porque no tenemos en cuenta lo que disfrutamos y comenzamos a sufrir por nuestros proyectos irrealizados; por las ciudades que nos hubiera gustado conocer al lado de nuestro amor y no conocimos, por los hijos que nos hubiera gustado tener juntos y no tuvimos, por todos los espectáculos, libros y silencios que nos hubiera gustado haber compartido y no compartimos. Por todos los besos anulados...
Sufrimos no porque nuestro trabajo sea estresante y poco remunerado, sino por todas las horas libres que dejamos de tener para ir al cine, para conversar con un amigo, para nadar, o para... enamorar.
Sufrimos no porque nuestra madre es impaciente con nosotros, sino por todos los momentos perdidos en que podríamos estar haciéndole confidencias, nuestras más profundas angustias, y ella estuviese interesada en comprendernos.
Sufrimos, no porque nuestro equipo perdió sino por la euforia perdida.
Sufrimos no porque envejecemos, sino porque el futuro nos está siendo confiscado, impidiendo que mil aventuras nos sucedan, aquellas con las cuales soñamos y nunca las llegamos a tener.
¿Cómo aliviar el dolor de lo que no fue vivido?

La respuesta es tan sencilla como un verso:
Cada día que vivo me convenzo más de que el desperdicio de la vida
 está en el amor que no damos, en las fuerzas que no usamos, 
en la prudencia egoísta que nada arriesga, 
y que, esquivando el sufrimiento, hace perder también la felicidad.
El dolor es inevitable. El sufrimiento es opcional.

Nuestro problema no radica tanto en el dolor, en las circunstancias que nos lo provocan, sino más bien en el impacto que estas circunstancias tienen sobre nuestros planes y sueños… lo cual no solo es lógico sino que vierte mucha luz sobre la manera como reaccionamos ante la adversidad.  Esto nos debería llevar, más bien, a desarrollar una actitud de contentamiento para con Dios y con la vida que Él nos ha permitido vivir.
Sí, vivamos intensamente cada día, y sepamos agradecerle al Señor por cada bendición disfrutada aunque sea de corta duración. Hagámoslo y permitamos que sea Él quien llene nuestros corazones de santas expectativas para nuestros mañanas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario