sábado, 28 de marzo de 2015

¿Pedir o no pedir?

“Porque todo aquel que pide, recibe” Mateo 7:8
Hace poco, alguien me hizo un comentario muy interesante.
A esa amiga, mientras impartía su clase en un seminario bíblico, uno de sus alumnos le hizo la siguiente pregunta: ¿No es contradictorio que en unos pasajes se nos motiva a orar por nuestras necesidades y en otros nos dice que no nos preocupemos, que Dios suplirá?
Mi amiga me recordaba algunos versículos que hablan del pedir, como el famoso capítulo 7, versículo 7 del evangelio según Mateo: “Pedid y se os dará…”, y en Juan 14:13-14: “Todo lo que pidáis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pedís en mi nombre, yo lo haré”. En Mateo capítulo 6 el Señor Jesús anima a sus discípulos a no angustiarse por el vestido o por la comida: “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”. Mateo 6.33
El comentario entonces, fue el siguiente: “Si un hermano en necesidad, que tiene hambre, está sin trabajo, no tiene con que vestirse, ¿debo decirle que busque el Reino de Dios primero?, ¿que se dedique a ORAR por las cosas espirituales y mandarlo a su casa de esta manera? ¿Él no puede ORAR por comida pues Dios se la dará, y lo mando a su casa con hambre? ¿Qué se debe de hacer en este caso? ¿Es malo entonces, pedir por las cosas materiales?...
Sin entrar en análisis o interpretaciones profundas, pero sí reflexionando acerca de lo que nos dice la Biblia tomándola como un todo, vamos a ir un poquito más allá de la típica respuesta: “es que a Dios le gusta que le pidamos”.
Aparte de la exhortación categórica y directa del Apóstol Pablo en su primera epístola a Timoteo en el capítulo 2, hay una oración en la Palabra que tiene dos características muy especiales. Una, por quien la realiza y segundo, porque está considerada la oración por excelencia. El Padre Nuestro.
Veamos pues, en el evangelio de Mateo:
“Vosotros, pues, oraréis así:

9 Padre nuestro que estás en los cielos,
Santificado sea tu nombre.
10 Venga tu reino.
Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.
11 El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.
12 Perdónanos nuestras deudas
Como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.
13 No nos metas en tentación,
Sino líbranos del mal,
Porque tuyo es el reino, el poder y la gloria,
Por todos los siglos. Amén” Mateo 6:9-13

 ¡Hermosa oración! Comienza con una alabanza reconociendo la divinidad del Padre, pero el versículo 10 no es otra cosa que una petición; El versículo 11 una petición por el pan diario; El versículo 12 una petición por perdón; el 13 una petición para ser librados de la tentación y el final del versículo 13 concluye explicando el por qué de esas peticiones: “¡porque de Él es el Reino, el poder y la gloria por todos los siglos!”
... - Si el Señor sabe que necesitamos alimento, ¿para qué pedirlo, como en el Padre Nuestro? Más aún, si Dios sabe que nosotros tenemos necesidad de perdón, ¿para qué pedir perdón? ¿Y por que ser específico? Ha pedido perdón usted alguna vez diciendo “Señor perdóname por el pecado aquel… Tú sabes cuál… sí, el del sábado…” ¿acaso no dice la Biblia que debemos confesar nuestros pecados?,... ¡pero si Dios ya los conoce!
- Pues porque el pedir significa reconocer que dependemos de Dios para todas las cosas y le somos agradecidos por ellas. 
- Pero si yo lucho trabajando duro para tener dinero y comprar comida, ¿debería entonces cancelar el versículo 11 de mi Padre Nuestro? No necesito pedir pan pues me lo gano yo con mi trabajo. 
- Eso sería soberbia; soberbia pura y dura. Debemos hacer peticiones NO porque Dios no las sepa de antemano, sino porque de esa manera reconocemos, en humildad primeramente, que necesitamos de Él para suplir dichas necesidades, y en segundo lugar reconocemos que a Él le pertenecen todas las cosas. Del Señor es la tierra, su plenitud, el mundo y todos los que en él habitan. Significa: ¡Dame el pan de cada día, porque aunque trabajo y creo merecerlo, todo el pan es tuyo y está en ti dármelo, así como todas las cosas! 
Veamos nuevamente:
Mateo 6: “31 No os angustiéis, pues, diciendo: “¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?”,
32 porque los gentiles se angustian por todas estas cosas, pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas ellas.
33 Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”.
 
La clave de estos versículos está en la palabra “angustiéis”. El Señor quiere decir que no debemos angustiarnos, preocuparnos o afanarnos por las cosas que Él sabe que necesitamos, ya que eso significaría falta de confianza y de fe en Él. Por el contrario debemos, antes de angustiarnos, buscar el reino de Dios y su justicia y ese es un “paquete que abarca muchas cosas”. No debemos cometer el error de “mistificar” el término reino de Dios. Buscar el reino de Dios no significa apartarse a orar y ayunar, y dejar a un lado nuestras responsabilidades esperando que sea Dios quien las supla.
Si vemos a alguien en necesidad, no podemos dejarle y decirle que busque primeramente el reino y su justicia, ya que nosotros no estaríamos buscando la JUSTICIA dejándolo en su necesidad; haríamos una cosa injusta y poco acorde con lo que dice la Biblia.
Buscar el reino va mas allá, significa no solo cultivar la parte correspondiente a la oración o la lectura de la Palabra, significa vivir una vida ejemplar, honesta, esforzada, de buen testimonio, de continuo trabajo para mejorar y edificarse en el medio donde nos toca vivir, estudiar o trabajar y todo eso trae añadiduras; añadiduras que Dios se encarga de ¡darlas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos! (Efesios 3:20).
- ¿Y qué hay acerca de pedir cosas materiales? ¿Debemos sentirnos bien o mal al pedir un automóvil, una casa propia, un compañero o compañera, o un buen empleo, etc.? 
- Nuevamente, Dios conoce los corazones y las necesidades de cada uno. Está bien pedirle, ser franco y sincero con nuestro Padre, pero sería conveniente, antes de pedir, revisar nuestras motivaciones en profundidad. ¿Por qué estoy pidiendo eso?, ¿realmente lo necesito?, ¿estoy viviendo en función de conseguir eso que estoy pidiendo (ser un buen administrador del dinero, por ejemplo)?, ¿qué pasaría si Dios no me lo concede? ¿Me estoy angustiando por recibir eso que tanto anhelo? ¿Busco a Dios porque le amo y le necesito... o porque amo y necesito las añadiduras que Él me promete si le busco?… Estoy segura que Dios pondrá en tu corazón más de esas preguntas. 
“Señor, te amo porque has sido maravilloso conmigo; debo confesar que muchas veces no sé como pedir y hasta dudo si debo hacerlo… y a veces me pregunto si hacerlo tantas veces es falta de fe y de confianza. Te ruego que me enseñes a pedir. Pongo delante de ti mis necesidades, sé que las conoces, pero yo quiero reconocer que las tengo y te necesito para que estas sean suplidas, porque tuyo es el reino, la gloria y todo el poder, por todos los siglos. Amén”

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