Os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero. 1 Tesalonicenses 1:9
El amor de Cristo nos constriñe. 2 Corintios 5:14
El amor de Cristo nos constriñe. 2 Corintios 5:14
"Estudié detenidamente la Biblia, capítulo tras capítulo, durante tres años. Y quedé terriblemente conmovido cuando descubrí que, aunque formase parte del clero, estaba equivocado. ¡Me di cuenta de cómo todas las creencias que había compartido con otros, me habían alejado de la Biblia! Lágrimas de quebranto corrían por mi rostro, al ver que me había adherido a pensamientos humanos en vez de aferrarme a la enseñanza de Dios. La lectura de la Biblia, capítulo por capítulo, también tuvo como efecto avivar progresivamente mi conciencia, y descubrí lo lejos que estaba de Dios. Daba una imagen de santidad, pero en realidad andaba en todo tipo de pecados, y mi vida no tenía nada de celestial… No había nada que me diese esa paz a la que tanto aspiraba…
... Con más de cincuenta años, al fin entregué mi corazón a Dios. Me arrodillé ante Cristo, y aunque es invisible, se convirtió en alguien vivo y verdadero para mí.
Consciente de que yo no era nada, con el corazón quebrantado, me arrepentí de mi vida pecaminosa. Pude ver en espíritu, la cruz en donde su preciosa sangre fue derramada para liberarme del castigo que merecía. Cristo transformó mi vida, me llamó para afuera de la tumba de mis tinieblas espirituales, me condujo a través de una experiencia viva, y me dio el privilegio de conocerlo personalmente, tal como es".
Consciente de que yo no era nada, con el corazón quebrantado, me arrepentí de mi vida pecaminosa. Pude ver en espíritu, la cruz en donde su preciosa sangre fue derramada para liberarme del castigo que merecía. Cristo transformó mi vida, me llamó para afuera de la tumba de mis tinieblas espirituales, me condujo a través de una experiencia viva, y me dio el privilegio de conocerlo personalmente, tal como es".
“Cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. … aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor” (Filipenses 3:7-8).
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