Vivía en estado de extrema pobreza y no tenía ningún tipo de educación, pero soñaba con una vida mejor. Sola, y con muy poco dinero para alimentar ese sueño, se dirigió a Los Ángeles, en donde usó sus últimos siete dólares para tomar un taxi que la llevaría a la casa de un pariente lejano.
Roberta se negó a vivir de la caridad de otros. Por lo que rápidamente buscó y encontró dos trabajos, como lavadora de vajillas, y haciendo tortillas desde la medianoche hasta las seis de la mañana. Esto le permitió ahorrar quinientos dólares que invirtió en su propia máquina de hacer tortillas.
Ella fue ejemplo de lo que Eisenhower dijo sobre los sueños que impulsan nuestro futuro: “Solamente tendremos éxito si elegimos un objetivo predominante en la vida, en la guerra o en cualquier cosa, y conseguimos que todas las demás circunstancias se inclinen ante ese objetivo”.
El futuro pertenece a los que creen en la belleza de sus sueños.
Marcos 9:23
Todas las cosas son posibles para el que cree.
Todas las cosas son posibles para el que cree.
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