Que sea DIOS restaurando mi vida espiritual, mi familia y mi hogar. Que se haga la voluntad de Él con el problema que vengo afrontando respecto a mi hogar. Que si es Su voluntad el divorcio, que sea Dios quien ponga palabras sabias a mi abogado, y que le dé la conciencia y mentalidad de conciliar con mi esposa con respecto a nuestro hogar. Que sea la voluntad de DIOS la que obre en nuestro beneficio, y que me dé fuerzas para aceptar lo que se concilie. Que DIOS cambie mi corazón, que nunca me separe de su amor celestial y de su bendita palabra. Que donde yo vaya declare que Jesús es mi Pastor y nada me faltará. Que si se cumple lo del divorcio, que el Señor me dé todo el amor que necesito para olvidar a esa mujer que lo fue todo para mí.
Sé que nada me apartará del amor de Cristo y nada terrenal lo remplazará en mí. Señor, conforta mi alma y mi corazón porque Tú sabes lo enamorado que he estado de mi esposa y mi hogar; y lo que DIOS une no lo separará el hombre. Eres Tú Jesús quien tiene la última palabra.
Sé que nada me apartará del amor de Cristo y nada terrenal lo remplazará en mí. Señor, conforta mi alma y mi corazón porque Tú sabes lo enamorado que he estado de mi esposa y mi hogar; y lo que DIOS une no lo separará el hombre. Eres Tú Jesús quien tiene la última palabra.
Esta forma de afrontar el divorcio, sumamente alentadora, supone ajustarse en plenitud a la voluntad de Dios, y descansar con verdadera confianza en su palabra, tal como leemos en Mateo 11:28 “Venid a mí, todos los que estáis cansados y cargados, y yo os haré descansar.”
Cuando oramos, es imperativo que pidamos que la voluntad de Dios sea la que prime, pues nosotros, en nuestra limitada visión, no sabemos las verdaderas razones de las circunstancias.
Por dolorosa que sea la situación que estemos viviendo, debemos confiar en que Dios hará lo mejor para nosotros. Cuando Jesús iba a ser entregado para su crucifixión, estaba orando para fortalecerse en tan duro momento de su vida terrenal. Dice Mateo 26:39 “Y adelantándose un poco, cayó sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú quieras.”
Qué difícil oración sabiendo que el dolor iba a atravesar su vida; pero Él todo lo soportó porque la recompensa posterior era mayor que el dolor que estaba viviendo. Así mismo, nosotros debemos ser valientes cuando tengamos que aceptar la voluntad de Dios en nuestra vida. Ésta puede ser dolorosa, pero Dios se glorificará en nuestras vidas después de pasada la tormenta.
Lo que usted debe saber, al poner su confianza en Dios, es que Él está a su lado confortándolo, animándolo y llenando su alma de paz. Aunque su barca esté siendo fuertemente removida por la tormenta, Jesús está ahí con usted. ¿Parece que está dormido? No, solo está observando como reacciona usted y pone en práctica su fe; pero Él está ahí, más cerca de lo que piensa.
Cuando oramos, es imperativo que pidamos que la voluntad de Dios sea la que prime, pues nosotros, en nuestra limitada visión, no sabemos las verdaderas razones de las circunstancias.
Por dolorosa que sea la situación que estemos viviendo, debemos confiar en que Dios hará lo mejor para nosotros. Cuando Jesús iba a ser entregado para su crucifixión, estaba orando para fortalecerse en tan duro momento de su vida terrenal. Dice Mateo 26:39 “Y adelantándose un poco, cayó sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú quieras.”
Qué difícil oración sabiendo que el dolor iba a atravesar su vida; pero Él todo lo soportó porque la recompensa posterior era mayor que el dolor que estaba viviendo. Así mismo, nosotros debemos ser valientes cuando tengamos que aceptar la voluntad de Dios en nuestra vida. Ésta puede ser dolorosa, pero Dios se glorificará en nuestras vidas después de pasada la tormenta.
Lo que usted debe saber, al poner su confianza en Dios, es que Él está a su lado confortándolo, animándolo y llenando su alma de paz. Aunque su barca esté siendo fuertemente removida por la tormenta, Jesús está ahí con usted. ¿Parece que está dormido? No, solo está observando como reacciona usted y pone en práctica su fe; pero Él está ahí, más cerca de lo que piensa.
Siga confiando en Dios, porque Él es bueno siempre.
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