La mujer encorvada estuvo así durante dieciocho años, ¿cuántas veces se preguntaría por qué? Pero saber el por qué no sirve para nada, no te consuela ni te alivia. Uno tiene que seguir caminando para encontrar el para qué, el qué voy a hacer con eso (las luchas). Los que se quedan en el por qué tienen un deje de culpa interna. Ésta tiene que salir, hay un momento en el que debemos saltar al qué voy a hacer con lo que me pasa, esa es la pregunta.
¿Cómo logró esa mujer su sanidad?, porque ella, encorvada y todo, SIEMPRE CAMINABA CON DIOS.
Hay gente a las que les pasó de todo y ahora están mejor que antes, eso se llama resiliencia: son aquellos recursos que tienen las personas, pero que desconocen hasta que pasan por una situación traumática, y no solo la atraviesan sino que la superan, son transformados y además, son capaces de ayudar a otros.
Hay gente a las que les pasó de todo y ahora están mejor que antes, eso se llama resiliencia: son aquellos recursos que tienen las personas, pero que desconocen hasta que pasan por una situación traumática, y no solo la atraviesan sino que la superan, son transformados y además, son capaces de ayudar a otros.
“Los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán”. Isaías 40.31
Los que confían volarán: tendrán fuerzas para atravesar las crisis, las águilas buscan donde vieron el sol la última vez, tú tienes que volar y pensar dónde viste a Cristo la última vez.
“Correrán”: correrás la carrera y vas a alcanzar los premios; tendrás fuerzas para correr. Pablo corrió la carrera y la ganó. Donde otros abandonan, las fuerzas de Dios te van a acompañar.
“Caminarán”: después de volar y correr no quieres caminar pero es lo más importante. Si yo camino con Dios, doy por sentado que sé volar y sé correr. Eso nos habla de comunión, Isaías lo pone al final: APRENDE A CAMINAR CADA DÍA A SOLAS CON DIOS.
Caminar media hora al día te mejora los huesos, te oxigena. Posiblemente ahora estés sentado pero estás caminando porque estás en comunión con el Señor.
Puedes volar a través de muchas tormentas y tener muchos premios, pero lo que te va a sostener es tu caminar con Dios; tu relación con Él.
Cuando caminas con Dios, Él te va a tratar de una manera específica, sin fórmulas; tienes que aprender la forma de que Dios te trate a ti. Nadie siente tu dolor, nadie puede entender lo que te pasa, solo tú y el Señor. Dios tiene un trato privado con cada uno y eso viene por caminar a su lado.
Cuando caminas con Dios, Él te va a tratar de una manera específica, sin fórmulas; tienes que aprender la forma de que Dios te trate a ti. Nadie siente tu dolor, nadie puede entender lo que te pasa, solo tú y el Señor. Dios tiene un trato privado con cada uno y eso viene por caminar a su lado.
Tendrás sabiduría para prevenir y soportar muchos dolores; todos tenemos historias tristes, pero ¿de cuantas nos libró el Señor?, ¿cuántas intuiciones del espíritu hemos seguido y gracias a ellas, nos libró el Señor?.
En un momento determinado, el Señor Jesús le dice a la mujer encorvada: “mujer eres libre de tu enfermedad”. Jesús apoya las manos sobre sus hombros encorvados. De inmediato, se aflojan los músculos que estaban apretados como un puño, las vértebras toman su debido lugar y los nervios, antes aprisionados, quedan en libertad.
Ella se estira hasta alcanzar una postura erecta. En esos instantes, se desploman a los pies del Salvador dieciocho años de desdicha acumulados en su espalda. Alza sus manos y vuelve los ojos al cielo, y alaba a Dios.
Piensa que tu crisis actual no es tu “destino”, es sólo una “estación”, una parada temporal con fecha de vencimiento. No hagas de tu “estación” tu destino final.
Lo que mantiene el problema vivo no es el problema en sí mismo, sino todo aquello que hacemos para resolverlo pero que no da resultado. Repetimos una y otra vez las posibles soluciones que además de no resolverlo, lo mantienen. Para ello, pídele a Dios que te dé una idea profética, o sea, un pequeño cambio; entonces generas un espacio espiritual para que Dios te dé una idea nueva, “te dará la piedra con la cual vas a derribar al gigante”, que será distinta a todo lo que venías haciendo.
Lo que mantiene el problema vivo no es el problema en sí mismo, sino todo aquello que hacemos para resolverlo pero que no da resultado. Repetimos una y otra vez las posibles soluciones que además de no resolverlo, lo mantienen. Para ello, pídele a Dios que te dé una idea profética, o sea, un pequeño cambio; entonces generas un espacio espiritual para que Dios te dé una idea nueva, “te dará la piedra con la cual vas a derribar al gigante”, que será distinta a todo lo que venías haciendo.
Cuando a Jesús le presentaron a un sordomudo, se lo llevó aparte, contactó con él en la intimidad y allí lo sanó, miró hacia arriba y dijo: “efata” ¡ábrete! La solución viene del cielo. Cuando estés a solas con Él, cuando camines con Él, recibirás la idea profética, y ¡TODO LO QUE ESTABA CERRADO SE ABRIRÁ!
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