El amor al mundo
No hay nada que estorbe más al alma, cuando intenta acudir a Cristo,
que el amor vano del mundo; y hasta que un alma se libra de él,
nunca puede tener un amor verdadero hacia Dios.
¿Qué son los honores y las riquezas de este mundo
cuando se comparan con las glorias de la corona de vida?
No ames al mundo, porque es una polilla en la vida cristiana.
Despreciar al mundo es una manera de disfrutar del cielo;
bienaventurados son los que se deleitan en conversar con Dios en oración.
¿Qué locura mayor puede haber que
el que el hombre trabaje por la comida que perece,
y descuide el alimento de la vida eterna?
Dios o el mundo tienen que ser dejados de lado en el momento de partir,
porque éste es el momento de la prueba.
El buscarte a ti mismo en esta vida es perderte,
y el mantenerse humilde es causa de ser ensalzado.
El epicúreo que se deleita con las delicias del mundo,
piensa poco en aquellas criaturas que un día van a ser testigos contra él.
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