Y LA TIERRA RESULTÓ REDONDA
Algunos datos sobre la Tierra: Gira sobre sí misma a la velocidad de 1.609 kilómetros por hora, y se desplaza por el espacio a la increíble velocidad de 107.826 kilómetros por hora. Rota alrededor del sol a una distancia de ciento cincuenta millones de kilómetros. Esta limitada información es para demostrar que la ciencia estuvo en condiciones de realizar certeros estudios de la Tierra, una vez que confirmó que era redonda.
Él está sentado sobre el círculo de la tierra, cuyos moradores son como langostas; él extiende los cielos como una cortina, los despliega como una tienda de morar. Isaías 40: 22.
Muchos años de investigación astronómica, con el consiguiente gasto, se hubieran ahorrado los sabios si hubiesen escudriñado las Sagradas Escrituras. Durante milenios, desde las atalayas de Dios Padre se venía diciendo que la tierra era redonda con una claridad meridiana, pero rehusaron creer y cayeron en su propia ignorancia. Para los antiguos, el tema de la redondez de la tierra estaba zanjado, ni siquiera se planteaba por lo que no había dudas al respecto, sin tener en cuenta que "lo que Señor ha dicho, eso es". Frente a la evidencia astrónomo-científica, real y verificable, ¿no es mejor aceptar toda la verdad de la Santa Biblia, y dejar que los argumentos en contra cedan ante los que creen?, o mejor aún, si el mismo profeta dijo lo siguiente: Más él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Isaías 53:5. ¿Por qué creer en lo uno y no en lo otro, si ambos proceden de la misma boca?, o si el profeta Isaías dijo una verdad que hoy es irrefutable, referente a que la tierra es redonda, ¿no es mejor pensar que lo demás que escribió también es cierto, y creer?
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