miércoles, 4 de febrero de 2015

Toma mi mano

Uno de los recuerdos que siempre he tenido de mi niñez, es caminar de la mano de mi papá, aunque fuera al lugar más cercano a comprar algo. Nunca he olvidado esa imagen de mi pequeña mano cogida de la suya, tan pequeña que con toda mi mano solo conseguía agarrar su dedo pulgar; pero me sentía tan bien, tan segura al caminar... Siempre estuve muy apegada a él, como la mayoría de las niñas con su papá.
En nuestra vida hay ocasiones en las que podemos experimentar ese sentimiento. Siempre es agradable y reconfortante sentir que caminamos de la mano de Dios por la vida; es más que un estilo de vida, es toda una posible realidad sentir caminar de su mano, pues aunque es de lamentar no poder hacerlo físicamente, si podemos sentir cuándo va a nuestro lado, cuándo nos acompaña por cualquier camino y en especial en esas situaciones donde todo parece difícil y doloroso, cuando siempre su mano está ahí para hacernos sentir acompañados en los momentos más difíciles de nuestra vida.
A veces pasamos por momentos en los que es tanta la necesidad de sentir a Dios cerca, que quisiéramos que en verdad estuviera a nuestro lado para sentir su seguridad, para no sentirnos perdidos en ese camino tan complicado por el que andamos, para sentir su apoyo en esa situación dolorosa por la que estamos pasando. En ésas, es tan grande nuestro dolor que nos es imposible ver que Dios siempre va a nuestro lado; pero la verdad es que Él sabe lo que estás viviendo de día y de noche, y permanece cerca de ti, siempre está atento a tus peticiones y necesidades, mirándote con amor y diciendo “toma mi mano y no te sueltes”.
Quizá el dolor que sientes es grande, puede que tu situación sea complicada y el camino incierto, pero la mano de Dios está ahí, extendida, esperando que te tomes de ella y te olvides de lo demás para darte la seguridad que buscas, para guiarte por un nuevo camino, para mostrarte que puedes andar confiado aun en los momentos más duros, para que seas como ese niño pequeño que camina de la mano de su padre y no le teme a nada porque se sabe protegido.

Porque yo soy el Señor, tu Dios, que te sostiene de tu mano derecha; yo soy quien te dice: “No temas, yo te ayudaré” Isaías 41:13 (NVI)

No hay comentarios:

Publicar un comentario