miércoles, 4 de febrero de 2015

El hombre que tenía mucho

Había una familia que no era ni rica ni pobre. Vivían en una pequeña casa de campo. Una noche se sentaron juntos para cenar y alguien tocó la puerta. El padre se acercó a abrir.
Ahí estaba parado, un hombre viejo con ropa ajironada, pantalones rotos y sin botones. Cargaba una cesta llena de verduras, y preguntó a la familia si querían comprarle algunas. Ellos aceptaron porque querían que se fuera rápido.
Con el paso del tiempo, la familia y el hombre viejo se hicieron amigos. El hombre traía verduras cada semana a la familia. Pronto se enteraron de que él era ciego y que tenía cataratas en los ojos, pero era tan amigable que aprendieron a esperar ansiosamente sus visitas y a disfrutar de su compañía.
Un día, mientras les entregaba las verduras, dijo:
– ¡Ayer tuve la bendición más grande! Encontré una cesta de ropa fuera de mi casa que alguien me dejó. 
La familia, sabiendo que él necesitaba ropa, dijo:
-¡Qué maravilloso!
El hombre viejo y ciego, dijo:
– Lo más maravilloso es que encontré una familia que verdaderamente, necesitaba esa ropa.
Recuerda, la felicidad no depende de lo que eres o lo que tienes.
Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. Juan 10:10 

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