viernes, 6 de febrero de 2015

La Luz Del Faro

Un capitán y su tripulación viajaban en medio de una terrible tormenta durante una oscura noche, después de varios días en alta mar. El pequeño barco era golpeado insistentemente por las olas y el viento, y se balanceaba hasta casi volcarse mientras toda la estructura crujía, y se retorcía de forma que parecía despedazarse. Habían perdido los instrumentos náuticos y no sabían ni siquiera dónde se encontraban.
En medio de todo esto, el capitán no hacía más que gritar y maldecir, gritaba a Dios y le reprochaba todo lo que pasaba y por qué habían sido abandonados por Él. Agarrado firmemente del timón en la popa, gritaba a los truenos, los relámpagos y al cielo al saberse perdido.
En ese momento, un marinero dejó su puesto y corrió hacia el capitán, quien le reprendió fuertemente en medio de la tormenta y la lluvia.
- “¿Cómo dejas tu puesto? Podemos perder el mástil”, le gritó el Capitán.
A lo que el marinero contestó:
- “Lo sé señor! ¡Pero hace más de 10 minutos que se vislumbra la luz del faro del puerto! Usted no la ha visto por estar gritando.”
Muchas veces no vemos la ayuda de Dios por quejarnos constantemente, de todo lo que tenemos. No hacemos más que rechazar todo lo que tenemos.
Tal vez Dios no te dé una vida sin tormentas, pero puedes estar seguro de que siempre, en medio de la más cruel y feroz tormenta que puedas imaginar, Él estará presente con su luz mostrándote el camino y recordándote que se encuentra siempre a tu lado.
Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.  2 Corintios 4:6
Y hablándoles Jesús otra vez, diciendo: Yo soy la luz del mundo: el que me sigue, no andará en tinieblas, mas tendrá la luz de la vida. Juan 8:12

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