Los nombres tienen un gran significado en la Biblia. Jesús fue llamado Mesías en hebreo, equivalente a Cristo en griego. Estas dos palabras lo designaron como el ungido que se convertiría en Rey. Emmanuel fue otro nombre importante que se le dio, el cual significa “Dios con nosotros” (Mateo 1.23).
Para entender lo importante que es tener a Dios con nosotros, pensemos en el efecto que tuvo esta bendición en tres personajes de la Biblia.
Primero, la presencia del Señor fue la razón por la que Moisés se presentaba una y otra vez ante Faraón para exigir la libertad de los esclavos israelitas. La promesa de Dios le permitió superar su temor (Éxodo 3.12).
Segundo, después de la muerte de Moisés, Josué fue designado para introducir a Israel en la Tierra Prometida. Imaginemos lo que significaba para este nuevo líder, ser consciente de que el Padre siempre estaba cerca. Como comandante, Josué se enfrentaría a muchos retos, incluyendo el viaje, los combates y la rebelión. Pero logró ser un líder valeroso porque sabía que el Señor nunca lo abandonaría.
Tercero, como un pastor joven y después como rey, David conocía bien la presencia del Señor (1 Samuel 17.37; 2 Samuel 7.18). En el Salmo 23 escribió que en sus momentos más sombríos, no tendría temor porque Dios estaba con él.
Nuestro Padre celestial ha prometido estar con quienes ha redimido (Isaías 43.1, 2). Si usted ha recibido a Jesús como su Salvador personal, entonces su Espíritu Santo mora en su interior. No importa lo que pase en su vida ya que Dios permanece con usted para fortalecerle, guiarle y alentarle.
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