martes, 13 de enero de 2015

¿Por qué debemos leer / estudiar la Biblia?

Debemos leer y estudiar la Biblia, sencillamente, porque es la Palabra de Dios para nosotros. 2 Timoteo 3:16 dice que la Biblia es “inspirada por Dios”. En otras palabras, es la Palabra de Dios dirigida a nosotros. Hay muchas preguntas que se hacen los filósofos y la gente en general, que Dios las responde en las Escrituras: ¿Cuál es el propósito de la vida? ¿De dónde vengo? ¿Existe vida después de la muerte? ¿Cómo puedo ir al cielo? ¿Por qué está el mundo tan lleno de maldad? ¿Por qué me cuesta tanto trabajo hacer lo bueno? Adicionalmente a estas “grandes” preguntas, nos proporciona un sin número de consejos prácticos en diversas facetas, como: ¿Qué debo buscar en mi pareja? ¿Cómo puedo tener un matrimonio exitoso? ¿Cómo puedo ser un buen amigo? ¿Cómo puedo ser un buen padre/madre? ¿Qué es el éxito y cómo puedo alcanzarlo? ¿Cómo puedo cambiar? ¿Qué es lo más importante en la vida? ¿Cómo puedo vivir para que no tenga que arrepentirme en un futuro? ¿Cómo puedo complacer a Dios? ¿Cómo puedo obtener Su perdón? ¿Cómo puedo manejar las circunstancias adversas y sucesos injustos de la vida para salir victorioso?...

Debemos leer y estudiar la Biblia porque es totalmente confiable y sin error. La Biblia es única entre los muchos libros calificados como libros “sagrados”, porque no solo ofrece enseñanzas morales y dice “confía en mí”; también nos ofrece la oportunidad de probarla, corroborando las cientos de detalladas profecías que contiene, verificando los eventos históricos que relata, y comprobando los hechos científicos que describe. Aquellos que dicen que la Biblia tiene errores deben tener sus oídos cerrados a la verdad. Jesús preguntó una vez, “¿Qué es más fácil, decir: tus pecados te son perdonados o decir: levántate y anda?” (Lucas 5:23) Entonces, Él probó que tenía el poder de perdonar los pecados (algo que no podemos ver físicamente) curando al paralítico (algo que los que lo rodeaban pudieron atestiguar con sus ojos). De manera similar, tenemos la seguridad de que la Palabra de Dios es verdad, cuando se discuten aspectos espirituales que no podemos atestiguar con nuestros sentidos físicos, pero mostrando su veracidad en todas aquellas áreas que sí podemos verificar con exactitud histórica, científica y profética.


Debemos leer y estudiar la Biblia porque Dios no cambia y porque la naturaleza humana tampoco lo hace. Es tan actual para nosotros, como lo fue cuando fue escrita. Mientras que por un lado y continuamente, se generan grandes cambios tecnológicos a nuestro alrededor, por otro, los deseos y naturaleza de la raza humana no cambian. Tú encontrarás, mientras lees las páginas de la historia bíblica, se trate de relaciones interpersonales o entre sociedades, que no hay nada nuevo por descubrir que en ella no esté escrito. Y mientras la raza humana en su totalidad, continúa buscando amor y satisfacción en todos los lugares equivocados, Dios, nuestro buen y misericordioso Creador, nos dice que en ella encontraremos 
un gozo ETERNO. Su Palabra revelada, las Escrituras, son tan importantes que Jesús dijo respecto a ellas, “...No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.” (Mateo 4:4) En otras palabras, si quieres vivir una vida plena, como es la voluntad de Dios, escucha y sigue la Palabra de Dios escrita... ¡es más importante que comer!

Debemos leer y estudiar la Biblia porque existe mucha enseñanza falsa. La Biblia nos da la medida mediante la cual podemos distinguir la verdad del error. Nos dice cómo es Dios. Tener una impresión equivocada de Dios significa adorar a un “ídolo” o “dios falso”. Estaríamos adorando algo que no es Él La Biblia también nos dice cómo podemos en verdad, ir al cielo...y no es por ser buenos, o estar bautizados o ninguna otra cosa que podamos hacer (Juan 14:6; Efesios 2:1-10; Isaías 53:6; Romanos 3:10b, 5:8; 6:23; 10:9-13). A través de estos textos, la Palabra de Dios nos enseña cuánto Él nos ama (Romanos 5:6-8; Isaías 53:5). Y así es como, sabiendo esto, somos llevados a amarle a Él en correspondencia (1 Juan 4:19).
La Biblia te equipará para servirle a Dios (2 Timoteo 3:17; Efesios 6:17; Hebreos 4:12). Te ayudará a saber cómo puedes ser salvado de tus pecados y de sus consecuencias (2 Timoteo 3:15). Al meditar en ella y obedecer sus enseñanzas, te llevará a una vida victoriosa (Josué 1:8; Santiago 1:25). La Palabra de Dios te ayudará a ver el pecado en tu vida y te ayudará a deshacerte de él (Salmos 119:9,11). Será una guía para tu vida, haciéndote más sabio que tus maestros (Salmo 32:8; 119:9,11; Proverbios 1:6). Te librará de perder años de tu vida en lo que no es duradero ni tampoco importa (Mateo 7:24.27).
Leer y estudiar la Biblia, también te ayudará a ver más allá del atractivo “anzuelo” y doloroso “gancho” que son las tentaciones pecaminosas, a que puedas aprender de los errores de otros en vez de experimentarlos tú mismo. La experiencia es un gran maestro, pero cuando se trata de aprender, el pecado es un duro y terrible maestro. Es mucho mejor aprender de los errores ajenos. Hay tantos personajes bíblicos de quie
nes aprender, sean modelos positivos o negativos, que con frecuencia parecen ser la misma persona actual en diferentes etapas de su vida. Por ejemplo, David, en su reto al gigante Goliat, nos enseña que Dios es más grande que cualquier cosa a la que nos enfrentemos (1 Samuel 17). Y después, David, al ceder a la tentación y cometer adulterio con Betsabé, nos revela el largo alcance y las terribles consecuencias que puede acarrearnos un “momento de placer” (2 Samuel 11). Conocer la Biblia nos da paz y una esperanza real cuando todo a nuestro alrededor parece desmoronarse (Romanos 15:4; Salmo 112:7; Habacuc 3:17-19).

En fin, la Biblia es un libro que no es solo para leerse. Es un libro para ser estudiado a fin de poder ser aplicado a tu vida. De otra manera, es como tragarse el bocado de comida sin masticarlo y después escupirlo de nuevo... sin aprovechar ningún valor nutritivo. La Biblia es la Palabra de Dios y como tal, es tan necesaria como las leyes de la naturaleza. Tú puedes ignorarla pero lo harás para tu propio mal, igual que lo sería si ignoraras la ley de la gravedad. No es lo suficientemente enfatizada la importancia que tiene la Biblia en nuestras vidas. Estudiar la Biblia puede compararse a extraer oro de una mina. Si haces un pequeño esfuerzo en leerla, sólo encontrarás un poco de polvo de oro. Pero si te esfuerzas realmente, tu recompensa será de acuerdo a tu esfuerzo.



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