sábado, 31 de enero de 2015

La Gratitud es una Fuerza

Mostrar gratitud es una buen método en la teoría y en la práctica. Decir “gracias” después de que alguien nos haya servido debería ser tan natural como respirar, tan normal como la propina que le dejamos a la camarera en un restaurante; es lo correcto. Cuando un niño ofrece un “gracias” oportuno a un adulto, sorprende a todos. No importando lo joven que se sea, el gesto cortés trasciende la edad y sabiduría, y con ella se gana el respeto de sus mayores; por un momento el niño es su igual. Resulta un pensamiento sorprendente el darnos cuenta que este respeto viene como respuesta a una simple palabra, “gracias”.
Una actitud de gratitud, dando agradecimiento, trasciende a la cortesía; es más que una gentileza. La gratitud libera energía, poder y hasta una cierta autoridad, la cual nos posiciona en un mejor lugar del que estábamos antes de brindarla. Como sugiere el título del pensamiento, la gratitud es una fuerza.
Las palabras gracias y agradecimiento se usan 120 veces en la Biblia. Además, es el hilo conductor que leemos en los Salmos. “Te daré gracias en la congregación; entremos por Sus puertas con acción de gracias al Señor”. Al establecer el gobierno de Israel, el Rey David designó a ciertos hombres, mañana y tarde, para “darle gracias al Señor”.
Este principio era tan importante, que David empleó gente para cantar su gratitud a Dios todo el día. El legendario rey no estaba siendo solo cortés; su actitud de agradecimiento estaba enraizada en su alma, David era un hombre agradecido. No es coincidencia que el dulce cantor de Israel fuese también un estratega militar exitoso… David estaba agradecido.
Y un corazón agradecido se torna poderoso cuando damos gracias. Este acto sagrado se torna especialmente potente, cuando lo ofrecemos en medio de las circunstancias adversas de la vida. Es más, la acción de gracias encarna una ley espiritual que Dios estableció ya desde la creación. Tan cierto como que la ley de la gravedad nos atrae hacia el suelo, la ley del agradecimiento atrae mejores situaciones a nuestra vida cuando damos gracias por nuestras bendiciones presentes.
De hecho, la bendición de Dios descansa sobre aquellos que viven con una actitud de agradecimiento. La Biblia narra cómo diez leprosos vinieron a Jesús pidiendo misericordia.  La Escritura dice que “fueron limpiados” de su enfermedad. Los diez emprendieron su camino pero solo uno regresó para decir “gracias”. A este, el Señor le dijo: “Tu fe te ha salvado”.  No sabemos con seguridad, la diferencia entre “limpiado” y “salvado”, pero seguramente la “salvación” es mejor. Un sencillo “gracias” abrió el camino para una mayor bendición. La gente agradecida obtiene favor; esto es la ley del agradecimiento.
De la misma manera, dos buenos hombres, Pablo y Silas, estaban aprisionados en una mazmorra del primer siglo por compartir las Buenas Nuevas. En un sótano oscuro e infestado de ratas, estos presos decidieron cantar alabanzas a Dios. La versión bíblica dice que también “dieron gracias”. Al hacerlo, ¡la ley del agradecimiento entró en efecto y las puertas de la prisión se abrieron!  En vez de huir, Pablo y Silas se quedaron y compartieron su fe con los carceleros.
Esta es la actitud de la gente agradecida. ¿En qué prisión nos encontramos hoy? ¿Será una emocional?, ¿financiera? ¿Estaremos encerrados en la culpa, preocupación, desánimo o en la desilusión?  ¿Estaremos aprisionados por un hábito que no podemos romper?
Parte del remedio es comenzar a dar gracias todos los días por las buenas y malas cosas en nuestra vida. Olvidemos lo malo pasado y concentrémonos en las bendiciones. Como dice la canción: “Contemos nuestras bendiciones”. Con el tiempo, se desatará una fuerza a través de la gratitud que ofrezcamos.
Y en caso de que pensemos que no tenemos de qué estar agradecidos, ¿qué es el último aliento que acabamos de respirar, y el que siguió, y el otro? Esto merece unas “gracias” verdaderas. Comencemos con esto y estaremos camino a una vida de agradecimiento.
No cabe duda de que la enseñanza y aplicación de este pensamiento son relevantes en todo tiempo. Definitivamente, cuando aprendemos a ser agradecidos, nuestras vidas desarrollan una perspectiva distinta y mucho más amplia. Aprendemos a apreciar a los demás por sus contribuciones a nuestras vidas y por ende, eliminamos mucho del egocentrismo tan característico de una sociedad que exalta el logro individual. Y sobre todo, sepamos ser agradecidos con nuestro Salvador por todas las bendiciones que ha derramado sobre nosotros. Una actitud así nos convertirá en personas mucho más gozosas y con una visión positiva del futuro.  

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