miércoles, 7 de enero de 2015

De una religión a una relación

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Juan 3:16
La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo. Juan 14:27
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"Era un niño sin dudas; de buena gana iba los domingos a la iglesia, pero al crecer me di cuenta de que no podía conformarme con una fe de imitación, y fui a una conferencia sobre la Biblia. Allí comprendí que Dios es un Dios Salvador y que su Palabra es muy clara sobre el destino del hombre. En esa época, yo creía que solo después de la muerte sabríamos si estaríamos salvados o no en función de nuestra vida, y más concretamente, de nuestra conducta. Pero al leer el versículo 16 del capítulo 3 del evangelio según Juan, repentinamente tomé conciencia de que sin Dios estaba perdido.

Pero alabado sea Dios, que Él envió a su Hijo para salvar a los hombres perdidos. Yo estaba verdaderamente sorprendido por el hecho de que Jesús hubiese venido a la tierra y que hubiese muerto por mis pecados. Lo único que podía decirle era: ¡Sí, quiero que estés en mi corazón; sí, te doy mi vida! Entonces, cuando le hablé, se produjo algo inexplicable, un sentimiento de alivio, de libertad y de paz. Esa experiencia, que cambió mi vida y mi forma de ver las cosas, tuvo lugar hace 21 años. Para mí, la espiritualidad no se vive a través de una religión, sino mediante una relación de confianza con Dios.
Es cierto que ha habido altibajos en mi vida, pero Dios siempre me ha consolado y restaurado. ¡A usted Dios también le ama y le está esperando!

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