La Biblia enseña claramente, que Dios es amor, así como que Dios muestra su amor. Primera de Juan 4:8-9 dice: “El que no ama, no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él.” Misterioso pero verdadero es el hecho de que Dios puede perfectamente, amar y odiar a una persona al mismo tiempo. Esto significa que Él puede amarnos como a alguien que Él ha creado, y nos puede redimir, así como al mismo tiempo, odiarnos por nuestro estilo de vida incrédulo y pecador. Nosotros, como seres humanos imperfectos, no podemos hacer esto, sin embargo, sí debemos recordarnos a nosotros mismos, que debemos “amar al pecador pero odiar el pecado.”
¿Cómo funciona esto exactamente? Odiamos el pecado al rehusarnos a participar de él y condenarlo cuando lo vemos. El pecado debe ser odiado, no excusarlo o tomarlo a la ligera. Y amamos al pecador siendo fieles en testificarle sobre el perdón, un perdón disponible a través de Jesucristo.
Un acto de verdadero amor es tratar a alguien con respeto y gentileza, aunque él sepa que no apruebas su estilo de vida o sus decisiones. No es amor el permitir que una persona permanezca adherida al pecado. Y no es es odio el decirle a las personas que están en pecado. De hecho, los polos opuestos exactos son ciertos por su sinceridad al ser expresados.
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