miércoles, 5 de noviembre de 2014

La Última Transición - Crecimiento personal-espiritual

“La vida en la tierra es solo el vestido de ensayo antes de la producción real. Usted gastará más tiempo al otro lado de su muerte, la eternidad, que lo que aquí vivirá”. 
Mi imaginación comenzó a trabajar esa mañana después de leer Mateo 25:23: “Su Señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré.  Entra en el gozo de tu Señor”.
Al terminar de leer ese pasaje, medité en él y fue entonces cuando mi imaginación se hizo real en ese día. Me vi llegando a las puertas del cielo el día que el Señor decidió mi última transición. Me imaginé una multitud de familiares, conocidos, amigos, y también desconocidos que luego sabría que fueron personas que llegaron al Señor, a través del ministerio que me confirió Dios.  Imaginé sus sonrisas, aplausos, alegría, júbilo.  Pensé en como sería ese recibimiento. De pronto imaginé un violento silencio,... nadie más habló y la multitud de amigos, familiares, conocidos y desconocidos hicieron una especie de calle, situados ellos a los lados. Extendí mi cuello para ver qué había al final de esa calle humana. Miré, y tembló mi cuerpo, se estremeció mi alma, vibró mi espíritu. Lo vi, lo contemplé a Él.
El maestro, vestido de blanco y extendiendo su mano, hacía señas para que me acercara. Me vi caminando tímidamente, mis pies temblaban cuando le escuché decir esas palabras: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu Señor”.
Ese día, con lágrimas corriendo por mis mejillas, pensé en lo que sería mi última transición. He tenido muchas transiciones en la vida, pero sé que ninguna sería como esa porque me transportaría de un nivel meramente terrenal, al nivel de lo realmente, celestial... espiritual.
“No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me voy y os preparo lugar, vendré otra vez y os tomaré a mí mismo, para que donde yo esté, vosotros también estéis”. Juan 14:1-3.
Las turbaciones de ahora, el dolor de las transiciones terrenales, son pasajeras si las comparamos con la gran preparación que el Maestro hace por nosotros para lo que será esa última Transición. ¿Acaso no serán las transiciones de esta vida un ensayo, una preparación y educación para cuando suceda esa última?
En las catacumbas es normal encontrar inscripciones en las tumbas, como estas: “En Cristo, Alexander no está muerto, sino que vive”. “ Aquí yace uno que vive con Dios”. “Él fue llevado a su hogar eterno”.
En esta tierra solemos aferramos a cosas, lugares y personas como si toda nuestra vida estuviera confeccionada para estar aquí. Causa tristeza porque aquí nuestros límites son escasos, y en cambio, es grande, sublime y trascendente si el Cielo es el límite”. Seguimos llorando por una relación rota, nos estresamos ante una quiebra económica y nos resistimos a ser cambiados de empleo, lugar o ministerio como si nuestras raíces estuvieran bien plantadas en la tierra. ¡Qué bajo tenemos nuestro horizonte de miras, y cuánto peleamos por mantener nuestros límites! ¿No será muy mezquino por nuestra parte, vivir en el patio trasero de nuestra existencia cuando podemos subir al techo para contemplar las estrellas?
En el año 25 D.C, un griego llamado Arístides, escribió a un amigo acerca del cristianismo y le dijo estas palabras: “Si alguno dentro de los cristianos muere, hay otros que se regocijan y dan gracias a Dios. Acompañan el cuerpo a la tumba entonando canciones y agradecimientos como si él se hubiese mudado de un lugar a otro”. 
Puede que digas: "No me gusta hablar de la muerte, no es un tema favorito para mí"; quizás lo expreses, pero es una realidad. Cerca de 3 personas mueren cada segundo, 180 cada minuto y cerca de 11.000 cada hora. Sin embargo, a mí sí me gusta pensar en la última transición y eso le da sentido a las transiciones pequeñas y sencillas que afrontamos aquí en la tierra. Cada día cerca de 250.000 personas están experimentado esa última transición. ¿A qué lugar? Solo hay dos lugares.
“Hazme saber, Señor, mi fin y cuánta sea la medida de mis días; sepa yo cuán frágil soy. Diste a mis días término corto y mi edad es como nada delante de ti; ciertamente, es apenas un soplo todo ser humano que vive”. Salmo 39:4-5.
Antiguos comerciantes, a menudo escribían las palabras "Memento Mori" - “Piensa en la muerte”, en la primera página del libro de registro de deudas de sus clientes. Pero muchos piensan de una forma, como si los cambios de aquí no fueran la alfombra que nos llevará al gran cambio hacia el allá.
“Tu tiempo en la tierra no es sino un pequeño paréntesis en la eternidad”. Sir Thomas Browne.
No hay duda de que un día tu corazón dejará de latir y no será el día de tu muerte, sino el día de tu última transición. Vive hoy aquí, pues, de tal manera que honre ese última día y seas conocido como alguien que aprendió a entender y a vivir las transiciones temporales de la vida.
¿Y qué es lo que da una nueva perspectiva de la vida y te prepara para esa última transición? Tu relación con Dios. Esa vivencia con Él te cambiará la perspectiva de la vida y te llevará a vivir con un sentido de eternidad y seguridad completa aquí en la tierra.
Cuando se vive en esa dimensión, las cosas que hoy te asustan, los negocios que te quitan el sueño, los cambios bruscos de la vida, se ven pequeños, insignificantes a la luz de la gran eternidad.
“Cuando tú vives a la luz de la eternidad, valoras los cambios. Usarás tu tiempo y tu dinero más sabiamente y pondrás tus relaciones en un nuevo escalón y tu carácter por encima de la fama, la riqueza o los logros. Tus prioridades serán ordenadas de nuevo”. 
“Debemos gastar toda nuestra vida como si fuera una simple jornada en el cielo y así, subordinaríamos todas las preocupaciones de esta vida a esa realidad”. 
¿Y qué experimentaremos en esa última transición? ¿Mejor casa? Mejor sueldo? ¿Una buena posición? ¿Mayor reconocimiento? No, simplemente no. Mucho más que eso.
“Cosas que ojo no vio ni oído oyó ni han subido al corazón del hombre, son las que Dios ha preparado para los que lo aman”. 1 Corintios 2:9.
“Conozco a un hombre en Cristo que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo. Y conozco al tal hombre (si en el cuerpo, o fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe), que fue arrebatado al paraíso, donde oyó palabras inefables que no le es dado al hombre expresar.  2 Corintios 12:2-4.
Esa última transición tiene dos etapas. La primera, cuando vas al cielo, impresionante transición, y la segunda etapa de esa última transición, cuando regreses a vivir en la tierra y entonces el cielo y la tierra estarán interconectados.
“Dios hará una nueva tierra para habitar. Cielo y tierra no estarán más separados, sino que serán uno. Pensar en el cielo y no en la nueva tierra como un estado final de vida para los creyentes, realmente es empobrecer la enseñanza bíblica acerca de la vida por venir”. 
“Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia”.  2 Pedro 3:13
“Este mundo es nuestro hogar: Fuimos hechos para vivir aquí. Aunque ha sido desvastado por el pecado, Dios planea hacerlo de nuevo. Por lo tanto, miremos con gozo nuestros cuerpos que serán restaurados para vivir en un cielo y en una tierra nueva. Dios sanará esta tierra para que sea lo que Dios intentó desde el principio”. 
“Porque he aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva tierra.  De lo pasado no habrá memoria ni vendrá al pensamiento”. Isaías 65:17.
“Porque como los cielos nuevos y la nueva tierra que yo hago permanecerán delante de mí, dice Jehová, así permanecerá vuestra descendencia y vuestro nombre”. Isaías 66:22.


Preparemos nuestra vida para esa última transición. Y aceptemos las transiciones de hoy como una buena oportunidad para aprender la lección de Dios, la guía de su mano y la proyección de su Espíritu.
Que Dios nos ayude en la mejor de las transiciones de la vida. La vida es un libro y cada capítulo tiene un inicio, pero siempre se cierra para dar paso a un nuevo capítulo.

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