Una mañana me levanté un poco desanimado y sin muchas ganas de dirigirme a mi oficina. Los papeles estaban acumulados en el escritorio; muchas cartas por contestar y estudios para preparar; algo en mi interior me impulsaba a ser negligente. Sin muchas ganas encendí mi ordenador para revisar el correo electrónico, y unas palabras, que estaban en la pantalla, al leerlas me dieron nuevos ánimos. Son estas: aprendí y decidí. Y así, después de esperar, un día como cualquier otro,
- Decidí triunfar.
- Decidí no esperar a las oportunidades, sino yo mismo ir a buscarlas.
- Decidí ver cada problema como la oportunidad de encontrar una solución.
- Decidí ver cada desierto como la oportunidad de encontrar un oasis.
- Decidí ver cada noche como un misterio a resolver.
- Decidí ver cada día como una nueva oportunidad de ser feliz. Aquel día descubrí que mi único rival no era más que mis propias debilidades y que esa era la única y la mejor forma de superarme. Aquel día dejé de temer a perder y empecé a temer no ganar.
- Descubrí que no era yo el mejor y que quizás nunca lo fui. Me dejó de importar quién ganara o perdiera; ahora me importa simplemente saberme mejor que ayer.
- Aprendí que lo difícil no es llegar a la cima, sino no dejar nunca de subir.
- Aprendí que el mejor triunfo que puedo tener, es tener el derecho de llamarle a alguien “amigo”.
- Descubrí que el amor es más que un simple estado de enamoramiento: el amor es una filosofía de vida. Aquel día dejé de ser un reflejo de mis escasos triunfos pasados y empecé a ser mi propia tenue luz de mi presente.
- Aprendí que de nada sirve ser luz, si no vas a iluminar a los demás.
- Aquel día decidí cambiar tantas cosas.... Aquel día aprendí que los sueños son solamente para hacerse realidad. Desde aquel día ya no duermo para descansar, ahora simplemente duermo para soñar. –Walt Disney
El libro de Hebreos dice: “Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos” (2:1). ¿Por qué Pablo comienza con un “Por tanto”? Porque:
1. Dios ha hablado muchas veces (1:1).
2. Dios ha hablado de muchas maneras: por los profetas y, finalmente, por su Hijo (1:2).
La Palabra de Dios necesita ser más escuchada por los siervos y ministros, para que no haya un desliz y, al escucharla, puedan levantarse y proceder con diligencia en las transiciones reservadas para los diligentes.
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