jueves, 13 de marzo de 2014

El Amor y La Presión - Reflexiones

Llegar a casa y recibir el abrazo del hombre o la mujer que uno ama, reduce la presión arterial ocasionada por una jornada laboral estresante, tal como señala un estudio de investigación realizado por la Universidad de Toronto y dado a conocer durante una reunión de la Asociación Estadounidense del Corazón, que monitoreó a 216 hombres y mujeres a lo largo de un año.
Todos tenían entre 40 y 65 años y habían estado viviendo en pareja durante los últimos seis meses. En el estudio se comprobó la presión sanguínea de los participantes a lo largo de 24 horas, durante un día laboral completo.
También se estudió el nivel de estrés que cada uno afrontaba en su trabajo. Y a través de otra prueba se evaluó la “cohesión marital” de los mismos.
El estudio demostró que aquellos que tenían trabajos exigentes, pero también tenían atención conyugal, vieron decaer levemente su nivel de tensión arterial. Mientras que aquellos con trabajos estresantes, que no contaban con apoyo en casa, padecieron un progresivo y esperado aumento de presión.
Los científicos, a cargo del estudio, señalaron que estos resultados son verdaderamente demostrativos de esa condición, teniendo en cuenta, además, que la presión sanguínea suele subir de forma normal con el paso de los años.
La Biblia siempre tiene la razón y habla continuamente de la importancia de amar. El amor tiene efecto en todas las áreas de nuestra vida. Muchos males que hoy aquejan a la humanidad se deben a la amargura, al odio y al resentimiento. ¿Te parece bien si hoy, cuando llegues a casa, estabilizas la presión arterial a aquellos que viven contigo con un cálido abrazo? Pruébalo, es un buen remedio.


El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. I Corintios 13:4-8

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