jueves, 13 de marzo de 2014

Las adversidades y el plan de Dios

No es fácil entender la adversidad pero Dios siempre tiene un plan.

"Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados"Romanos 8:28

Seguro que más de una vez te haz preguntado ¿por qué me toca vivir tantas adversidades?"

Es una pregunta difícil de responder, y la mayoría de las veces nadie nos puede ayudar con una respuesta medianamente acertada. Vamos a ver si lo entendemos: comparemos la forma en que Dios usa nuestras adversidades con un hombre paseando a un perro. Si el perro enreda su correa alrededor de un poste y trata de seguir caminando hacia adelante, no lo logrará porque se verá tirado de la correa hacia atrás. Tanto el perro como el dueño buscan el mismo objetivo, que es moverse hacia adelante, pero el amo debe resistir al perro que tira de la misma correa y en la misma dirección, haciéndolo en sentido opuesto. Aunque el hombre comparte el mismo deseo que el animal, entiende mejor que éste en qué dirección se debe ir; entonces, su voluntad acciona de forma opuesta a la de la voluntad del perro. De esta manera es como El Señor usa nuestras adversidades.


A nadie le gusta ser corregido por Dios (tirado), pero cuando entendemos que hay un propósito superior escondido tras cada adversidad, entonces podemos superarla con esperanza, expectativas y firmeza, porque sabemos que las circunstancias negativas son necesarias para nuestro bien.

Entre otras cosas, las pruebas y tribulaciones llegan a nuestra vida para que maduremos como creyentes, para que alcancemos un nivel superior de fe, paciencia y templanza. Es lógico que no disfrutemos con las adversidades, pero si ya estamos conquistándolas, lo más inteligente que podemos hacer es tratar de sobrellevarlas lo mejor posible. Esto producirá en nosotros perseverancia, un carácter firme y esperanza. Y esa esperanza no será decepcionada porque confiamos en el amor de Dios, derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo. 
"..y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; 
 y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido
derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado"
Romanos 5:4-5

Dios quiere lo mejor para sus hijos, y sabe en la dirección correcta que nos debe guiar, para que vayamos exactamente por donde entiende que debemos ir.

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