La recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes. 1 Tesalonicenses 2:13
Recibieron la palabra con toda solicitud. Hechos 17:11
Cuando una persona acepta la verdad de la Palabra de Dios en su corazón, ésta hace un trabajo interno en aquella. Por eso se nos invita a recibir con mansedumbre la Palabra implantada, la cual tiene el poder para salvar nuestra alma (Santiago 1:21). Mediante la acción del Espíritu Santo, esta Palabra crea en nosotros una nueva naturaleza cuyo centro de interés, sus objetivos, motivaciones y afectos son nuevos y están en armonía con el pensamiento de Dios.
Pero la vieja naturaleza marcada por el pecado, sigue estando en el creyente; cohabita con la nueva naturaleza. Por ello siempre necesitamos leer la Biblia, pues “la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (Hebreos 4:12). Permite distinguir lo que es y lo que no es conforme a la voluntad de Dios. Nos da la inteligencia para avanzar por un camino que Le agrada. “Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino” (Salmo 119:105).
Nuestra vida en la tierra es el lugar donde aprendemos experimentalmente, a conocer a Dios y a comportarnos, cada vez más, como el Señor Jesús lo hizo. Por eso el apóstol Pablo dijo: “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros” (Colosenses 3:16). Ella es la única que puede transformarnos al nivel de que nuestra vida sea una respuesta al amor de Dios.
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