La palabra Señor no se debe usar casualmente. Cuando aparece en relación con Jesucristo, se refiere al Dios que es soberano sobre la vida y toda la creación, Aquél que gobierna la vida de otros para el bien de ellos.
Usamos la palabra Señor en nuestras conversaciones y en nuestras oraciones, pero después olvidamos su significado cuando desafiamos su voluntad y su trabajo en nuestra vida. Eso sí, nuestra resistencia es, por lo general, sutil y particular. Por ejemplo, un creyente puede poner condiciones para obedecer, diciendo: “Haré lo que Dios me diga si . . .”, o “Quiero hacer lo que es correcto, pero . . .”
...Pero la pregunta del Señor Jesús a sus discípulos en Lucas 6.46, debieron haberla sentido como un puñal en el corazón: “¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?” Si hacemos una súplica al Señor, también tenemos que estar listos para obedecerle sin pretextos. Al fin y al cabo, Él es quien nos gobierna para nuestro bien.
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