sábado, 29 de noviembre de 2014

Tengo todo lo que necesito

Por naturaleza el ser humano nunca está completamente satisfecho de su situación. Siempre queremos más, porque somos seres activos, cambiantes, y por eso soñamos y creamos ideas de lo que queremos lograr. Tenemos el anhelo de crecer y avanzar, lo cual es, de por sí, positivo cuando disfrutamos y agradecemos a Dios por lo que tenemos en la actualidad. Pero desgraciadamente, estamos tan inmersos en el mundo del “si tan solo tuviera”, que todo parece ser insuficiente.
De niña quería ser adulta; en el colegio quería ser como las alumnas de último curso; en mi adolescencia me quejaba por ser muy delgada, de universitaria  ya quería acabarla para trabajar en mi profesión; ya de profesional quería un mejor trabajo, y cuando que lo tuve, en la oficina no veía la hora de estar en casa; en casa estaba pensando en los trabajos pendientes; cuando compré mi primer coche ya estaba pensando en el siguiente; de novia quería casarme; lo hice, tuve mi casa pero quería una más grande; también de casada quería ser madre; embarazada ya quería tener a mi bebé, y así una serie de vivencias hasta que llegué a la edad adulta y entonces,... quería ser joven y delgada de nuevo.
Si te familiarizas con lo que acabas de leer, es importante que consideres que el contentamiento viene de adentro, no de satisfacer las necesidades externas; así que considera los siguientes puntos para enfocarte en lo que tienes y no en lo que te hace falta.
1) Cambia tu actitud.
Mejor es una mentalidad de gratitud que de exigencias; en vez de estar descontenta porque aún no puedes comprar el coche que quieres, (o que pudieras pensar que mereces), da gracias por tu vehículo actual; o disconforme por estar pensando en tener un mejor sueldo, puedes estar agradecida porque tienes trabajo. Nunca es suficiente el dinero.
No está mal buscar la prosperidad, el éxito, o mejorar en lo que nos proponemos. Dios mismo nos exhorta a trabajar: “Esfuércense, no sean perezosos y sirvan al Señor con corazón ferviente” Romanos 12:11 y “Hagan lo que hagan, trabajen de buen gana” Colosenses 3:23-24, siempre y cuando aprendamos a estar contentas con lo que se tiene día a día.


2) Busca la fuente de paz.
Si quieres una vida tranquila, independientemente de las circunstancias, refúgiate en el único que puede brindarte esa paz que sobrepasa todo entendimiento: Cristo Jesús, quien da fortaleza y tranquilidad ante cualquier situación. Qué mejor ejemplo que el personaje bíblico más influyente de la vida cristiana. Pablo, estando en la cárcel, escribió la carta a los Filipenses, donde les dice que aprendió a contentarse cualquiera que fuera su situación “Sé vivir en pobreza, y sé vivir en prosperidad; en todo y por todo he aprendido el secreto tanto de estar saciado como de tener hambre, de tener abundancia como de sufrir necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Y mi Dios proveerá a todas vuestras necesidades conforme a sus riquezas en Gloria en Cristo Jesús” Filipenses 4.12-13. A pesar de que estaba en la cárcel, Pablo expresó su contentamiento de corazón, porque su felicidad no dependía de las circunstancias que vivía sino de la fe y amor en Dios.
3) Sé agradecido.
Siempre te hará falta algo, pero el simple hecho de tener un techo donde dormir y alimento que comer, debería ser más que suficiente para estar agradecida con Dios, todo lo demás es ganancia.
Deja de comparar, de ver la vida como una carrera, de ver quién tiene más, quien es más genial, inteligente, bella, etc., enfócate en lo que realmente importa en tu vida diaria. Tienes lo que necesitas.
Aleja de mí la falsedad y la mentira; no me des pobreza ni riquezas sino sólo el pan de cada día. Porque teniendo mucho, podría desconocer y decir: “¿Y quién es el Señor? Y teniendo poco, podría llegar a robar y deshonrar así el nombre de mi Dios. Proverbios 30:8-9
Por último, doy gracias a Dios por tu vida, porque tienes lo que necesitas, ni más, ni menos. Que sigas disfrutando el día a día con los tuyos sin afanarte en las necesidades externas, para que tengas contentamiento en el presente por medio de la paz en tu corazón.

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