sábado, 29 de noviembre de 2014

El rey y sus dientes

En un país muy lejano al oriente del gran desierto, vivía un viejo sultán, dueño de una inmensa fortuna. Una noche soñó que había perdido todos los dientes. Inmediatamente después de despertar, mandó llamar a uno de los sabios de su corte para pedirle urgentemente que interpretase su sueño.
 -  ¡Qué desgracia, mi señor!, exclamó el sabio. Cada diente caído representa la pérdida de un pariente de Vuestra Majestad.
- ¿Cómo te atreves a decirme semejante cosa? ¡Fuera de aquí! Llamó a su guardia y ordenó que le dieran cien latigazos.

Más tarde, ordenó que le trajesen a otro sabio y le contó lo que había soñado. Éste, después de escuchar al Sultán, con atención, le dijo:

- ¡Qué suerte, gran Señor! El sueño significa que vuestra merced tendrá una larga vida y sobrevivirá a todos sus parientes.
Se iluminó el semblante del Sultán con una gran sonrisa y ordenó que le dieran cien monedas de oro. Cuando éste salía del palacio, uno de los consejeros reales le dijo admirado:
-¡No es posible! La interpretación que habéis hecho de los sueños del Sultán es la misma que la del primer sabio. No entiendo por qué al primero le castigó con cien azotes, mientras que a ti con cien monedas de oro.
- Recuerda bien amigo mío, respondió el segundo sabio, que todo depende de cómo se dicen las cosas. No olvides, mi querido amigo, continuó el sabio, que puedes comunicar una misma verdad de dos formas: la pesimista, que solo recalcará la parte desagradable de esa verdad; o la optimista, que sabrá encontrarle siempre la forma agradable a la misma verdad. 

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