sábado, 29 de noviembre de 2014

Reflexiones sobre mi vida

Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido.
1 Corintios 13:12 
Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo. 
2 Corintios 5:10
Al llegar al ocaso de mi vida, puedo mirar hacia atrás con serenidad. Muy agradecido, reconozco que mi vida ha estado llena de los cuidados de Dios. Ya no tengo temores ni dudas, pues Dios me reconcilió con Él al permitir que creyese en el Señor Jesús, y por ello mi conciencia está tranquila. 
La paciencia de Dios, su bondad, su acción en mi favor, pequeña y pobre criatura como soy, fueron para mi bien. ¡Con qué delicadeza me sostuvo y me sacó de mis errores! ¡Con qué vigilancia hizo que me alejara de peligros conocidos y desconocidos! ¡Con qué amor me instruyó, dirigió y formó! Todos los cuidados de su gracia y su misericordia se despliegan ante mis ojos. Ahora los veo imperfectamente, pero un día, en el cielo, los veré reconociendo lo bien que Dios me conocía.
El recuerdo perfecto de toda la gracia de Dios en mi vida, será un tema de alabanza eterna. Descubrir los cuidados de Dios nos conduce a conocerlo mejor respecto a su naturaleza: Él es amor y luz. Dios se vuelve más cercano cuando penetramos en la intimidad de sus pensamientos, durante mucho tiempo poco captados. Son pruebas de su amor, un amor inagotable, tema de admiración y adoración. 
Sí, la manifestación ante el tribunal de Cristo (2 Corintios 5:10), que cualquier conciencia cargada podría temer, será una bendición muy grande, un privilegio para todo redimido del Señor.

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