Dios nos dio la vida para que lo honremos y lo adoremos y de esa manera, cumplamos su propósito.
“De tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su hijo unigénito para que todo aquel que en él crea, no se pierda sino que tenga vida eterna” Juan 3:16
“Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado cuando Jesús hizo el barro y le abrió los ojos al ciego. Por eso los fariseos, a su vez, le preguntaron cómo había recibido la vista.—Me untó barro en los ojos, me lavé, y ahora veo —respondió.
Algunos de los fariseos comentaban: Ese hombre no viene de parte de Dios, porque no respeta el sábado. Otros objetaban: ¿Cómo puede un pecador hacer semejantes señales? Y había desacuerdo entre ellos.
Por eso interrogaron de nuevo al ciego:—¿Y qué opinas tú de él? Fue a ti a quien te abrió los ojos.
—Yo digo que es profeta —contestó.
Pero los judíos no creían que el hombre hubiera sido ciego y que ahora viera, y hasta llamaron a sus padres y les preguntaron:—¿Es éste su hijo, el que dicen ustedes que nació ciego? ¿Cómo es que ahora puede ver?
—Sabemos que este es nuestro hijo —contestaron los padres—, y sabemos también que nació ciego. Lo que no sabemos es cómo ahora puede ver, ni quién le abrió los ojos. Pregúntenselo a él, que ya es mayor de edad y puede responder por sí mismo.
Sus padres contestaron así por miedo a los judíos, pues éstos ya habían convenido que se expulsara de la sinagoga a todo el que reconociera que Jesús era el Cristo. Por eso dijeron sus padres: Pregúntenselo a él, que ya es mayor de edad.
Por segunda vez llamaron los judíos al que había sido ciego, y le dijeron:
—Júralo por Dios. A nosotros nos consta que ese hombre es pecador.
—Si es pecador, no lo sé —respondió el hombre—.
"Lo único que sé es que yo era ciego y ahora veo”.
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