De la forma como se están implantando las leyes en esta sociedad, cabe decir que la sociedad es un enemigo para nuestros hijos. Isaías 5:20 dice: !Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!
Sabemos que Satanás desde el principio, quiso contradecir todo lo que el Señor creó, y con sus mentiras ha engañado a muchos. Su objetivo es eliminar todo lo que tenga que ver con Dios e implantar engaños y dudas en la mente del ser humano, para que no crea en el Señor nuestro Dios. Pero, “Los que confían en Jehová son como el Monte de Sión que no se mueve; sino que permanece para siempre” (Salmos 125:1).
Cuando miramos con el ojo humano las noticias y lo que está pasando en el mundo, Satanás está ganando. Pero mi ojo espiritual me dice y me confirma en las Escrituras, que Satanás está derrotado desde el principio. Jesús derrotó al adversario en la cruz del Calvario. El enemigo, pues, anda enojado y se quiere desquitar eliminando y borrando todo lo concerniente a Dios. Por otro lado, el Señor nos manda que nos grabemos en el corazón Su Palabra.
Como padres, es un mandato de Dios inculcarles a nuestros hijos continuamente Su Palabra. El Señor anhela que lo busquemos día y noche y que Su Palabra quede grabada en nuestros corazones, para así instruir a nuestros hijos. Ellos son el futuro, y como padres, tenemos la responsabilidad de instruirlos en el Camino del Señor. Hablar de la Palabra de Dios forma parte de su crecimiento espiritual para que, cuando no estén en casa, puedan llevar consigo esa semilla de fe dondequiera que vayan y llevarla también, a sus generaciones.
Debemos instruir a nuestros hijos, de manera que lleven consigo el temor y la creencia de la fe en Dios y obedecer Sus Estatutos. Lamentablemente, hoy en día hay muchas complejidades que salvar, al instruir a nuestros hijos y cómo llegar a ellos con efectividad. Pero lo más importante es que debemos tener un propósito y un fundamento sólido de fe al criarlos, puesto que somos responsables de lo que Dios nos ha dado. Proverbios 22:6 nos habla de cómo debemos instruir a nuestros hijos. “Instruye al niño en Su Camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él”. El Camino al que se refiere es el Camino de Dios. Interesarse en ellos e inculcarles la Palabra de Dios desde temprana edad, es lo mandado. Prestarles atención y sacar tiempo para escucharles es de suma importancia. Interesarse en lo que ellos ven y escuchan es importante porque “todo me es lícito mas no todo me conviene” (1 Corintios 10:23).
Hay muchas maneras de explicarles a nuestros hijos, lo que les puede hacer daño y lo que puede ser de edificación para sus vidas. Tenemos una gran esperanza en las palabras que el Señor nos ha dado en Isaías 55:11 donde nos dice: “Así será mi Palabra que sale de Mi boca; no volverá a Mí vacía, antes hará lo que Yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié. En otras palabras, todo lo que tú has implantado a tus hijos acerca de Dios y Sus promesas, se ha quedado en sus corazones, por tanto nuestros hijos las llevarán aunque sean reacios en su adolescencia. Los tiempos en que vivimos son decisivos y tenemos que implantarles la Palabra de Dios de manera que ellos la entiendan. Es curioso que aún implantándoles la Palabra de Dios, algunos no quieran obedecer y recibir las normas de Dios, pero cuando se encuentran afligidos y en problemas se acuerdan de Él. Como padres, el Señor nos anima a que confiemos en Su Palabra y nos manda orar sin cesar por nuestros hijos. Así, ellos están rodeados por el poder de la Palabra de Dios que habita en sus corazones. Josué 24:15 nos exhorta a declarar por fe que yo y mi casa serviremos a Jehová.
Como padres, el Señor nos brinda en Deuteronomio 6:6-9, unos pasos para instruir a nuestros hijos por medio de Su Palabra, y nos dice lo siguiente:
1. Grábate y repite la palabra de Dios en tu corazón. “Nunca se apartará de tu boca este Libro de la Ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien” (Josué 1:8).
2. Inculca la Palabra de Dios a tus hijos continuamente. Esta exhortación indica con claridad, que los padres debemos comunicar e instruir, con perseverancia y amor, la Palabra de Dios a nuestros hijos en todo momento. Jesús instruyó a sus discípulos mientras caminaban, cuando cenaban, cuando viajaban en barcas, cuando pescaban y en medio de las tormentas. El Maestro aprovechó cualquier ocasión para instruirlos en Su Camino. El Señor nos dejó Su ejemplo, y por tanto, como creyentes y como padres, no debemos dejar escapar ninguna ocasión de instituir la palabra de Dios a nuestros hijos. Háblales del Señor en tu casa, cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes.
3. Átalas a tus manos como un signo. “La misericordia y la verdad nunca se aparten de ti; átalas a tu cuello, escríbelas en la tabla de tu corazón” (Proverbios 3:3). Hijo mío, no te olvides de Mí Ley, Y tu corazón guarde Mis mandamientos; porque largura de días y años de vida y paz te aumentarán” (Proverbios 3.1-2). “Hijo mío, no se aparten estas cosas de tus ojos; Guarda la ley y el consejo, Y serán vida a tu alma Y gracia a tu cuello. Entonces andarás por tu camino confiadamente, y tu pie no tropezará” (Proverbios 3:21-23).
4. Escribe la palabra de Dios en los postes de tu casa y en los portones de tus ciudades.Cuando escribes la Palabra de Dios en las paredes de tu casa, se queda grabada en tu corazón y en tu mente. Hay poder en la palabra de Dios, y brinda paz en el corazón y en el hogar. Cuando escribimos un mensaje de Dios y lo pegamos en lugares específicos de la casa donde toda la familia lo vea, éste se queda grabado en el corazón. Esto sirve de edificación no solamente a nuestros hijos, sino también a las personas que visitan nuestros hogares. Hay libertad, gozo y paz en la palabra de Dios. “El cielo y la tierra pasarán, pero Mis palabras jamás pasarán” Mateo 24:35. ¡Amén!
Por fe declara estas palabras para tus hijos cada día: “Porque Yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes, afirma el Señor, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza”. Jeremías 29:11
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