Bienaventurado el varón… que en la ley del Señor está su delicia… Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará. Salmo 1:1-3.
Ocurre lo mismo con todos y cualquier ser humano: las lecturas, distracciones, lugares y personas con las que trata, pasatiempos, absolutamente todo, si los comparamos con ese alimento absorbido por el árbol, tienen una gran influencia sobre su comportamiento y su manera de pensar. A cada uno de nosotros nos corresponde escoger en qué suelo vamos a introducir nuestras raíces, qué es lo que va a alimentar nuestra mente y nuestros sentimientos.
El cristiano no puede crecer espiritualmente, si no saca su provecho del rico alimento que es la Palabra de Dios. En ella hallará las verdades y las promesas para enfrentarse con confianza, a las intemperies de la vida. Si lee la Biblia con regularidad y perseverancia, será ese árbol verde y lleno de savia, que lleva fruto hasta la vejez. “Aun en la vejez fructificarán; estarán vigorosos y verdes” (Salmo 92:14).
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