sábado, 4 de octubre de 2014

Andar conforme a al corazón de Dios

Cuando escudriñamos y reflexionamos en la Palabra de Dios y leemos la historia de David, podemos sentir y ver la misericordia que Dios le tuvo al salmista. La misericordia de Dios le brindaba la certeza de decir que tenía esperanza en el Pacto con Su pueblo. El salmista reconoció que anduvo mal pero se humilló ante Dios, y en sus Salmos, nos exhorta a bendecir al Señor en espíritu y en verdad. 
Si leemos Salmos 102 podemos ver la necesidad en que se encontraba David diciendo: “Oh SEÑOR, escucha mi oración, y llegue a ti mi clamor. No escondas de mí tu Rostro en el día de mi angustia; inclina hacia mí tu oído; el día en que te invoco, respóndeme pronto”.
            Muchas veces pensamos que el Señor no atiende a nuestras peticiones. Pero el Señor atendió las peticiones de David, y si lo hizo con David, también lo puede hacer contigo.
Aún con todas sus faltas, errores y pecados, David aprendió del Señor. Él fue manso y humilde de corazón, a tal punto que Dios lo halló conforme a Su corazón.“He hallado a David, varón conforme a mi corazón” (Hechos 13:22). 
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           ¿Qué cualidades tuvo David para llegar a ser calificado un hombre conforme al corazón de Dios? Hay tantas respuestas..., pero si leemos el principio de David y cómo fue escogido por Dios para heredar Sus bendiciones, podemos sentir que el Señor nuestro Dios tenía un plan y propósito con David, aún con todos sus errores.
       La cualidad de David era que él fue un hombre humilde y se daba cuenta de cuándo actuaba mal ante Dios. Si leemos la Palabra de Dios, notaremos que David tenía la cualidad inmensa e innata de adorar a Dios. Y no solamente eso, en sus Salmos, podemos ver su rendición, su humillación y el deseo de parecerse cada día a Dios. En verdad, cuando leemos los Salmos de David solo surgen sentimientos de paz, ánimo, liberación, arrepentimiento y gritos de victoria. Los Salmos de David, inspirado por el Espíritu Santo de Dios, son también consuelo para el alma. ¿Cuántos de nosotros nos hemos confortado por la Palabra de Dios, y al leer los Salmos nos llenamos además, de paz y de regocijo?
        El Salmo 103 es una respuesta al Salmo 102, en el que David en momentos de angustia, clamó a Dios por una respuesta. Podemos notar que, en el salmo 102 el alma de David se encontraba en desesperación, pero al leer Salmo 103 vemos que Dios por Su misericordia, le brindó paz al salmista.
       Hay personas críticas con David por la razón de su pecado, pero la pregunta es: ¿Quiénes son ellos para juzgar?
        Porque si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros (1 Juan 1:8).
       El problema es que muchos andan con un manto de santidad, pero por dentro están cargados de oscuridad. Y Dios no puede ser burlado. Hay que reconocer las facetas que debemos trabajar y pedirle a Jehová que las cambie en el nombre de Jesús, para así poder avanzar en la carrera de la fe.
      David reconoció que anduvo mal y dijo: ”Pequé contra Jehová, pequé contra Jehová” (2 Samuel 12). Cuando David reconoció su pecado, clamó a Dios en oración dejando su corazón arrepentido, enmarcado en el Salmo 51 y nos dijo: “Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado. Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí. Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos; para que seas reconocido justo en tu palabra, y tenido por puro en tu juicio”.
      Si el Señor redimió los pecados de David, y mis pecados, Él también lo hará contigo. Recuerda que al Señor le agrada la sinceridad, un corazón dispuesto a reconocer sus errores y pecados, y una confesión de arrepentimiento desde lo más profundo del corazón como lo hizo David.
     Quizás te encuentras angustiado y sin salida como se encontró el rey David, pero hoy el Señor nuestro Dios te dice…. Por la noche durará el lloro, pero a la mañana vendrá la alegría” (Salmos 30:5).
      La alegría de David le inspiró a darle las gracias a Dios por Su perdón y por Su misericordia, y dijo: Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser su Santo Nombre. Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de Sus beneficios. Él es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias; el que rescata del hoyo tu vida, el que te corona de favores y misericordias; el que sacia de bien tu boca de modo que te rejuvenezcas como el águila. Amén. 
          Padre Celestial, en estos momentos vengo ante Tu presencia para adorarte y decirte que sin Ti nada soy. Me rindo ante Ti. Perdóname y Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado. Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí.  Contra Ti, contra Ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos; para que seas reconocido justo en tu palabra, y tenido por puro en tu juicio” Amén. (Salmos 51:1-5)


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