Cuando todo pase, ¿cuál será el legado que dejarás a la siguiente generación? ¿Habrás hecho algo realmente relevante en tu vida, que repercuta en algo más allá de lo que tu mente finita pueda imaginar?
¿Qué ocurrió con todas esas metas y sueños que una vez tuvimos, pero que por diferentes motivos, como inexperiencia, falta de motivación o de recursos, hemos optado por colgar los guantes y abandonarlos?
Si me pudiera definir en una sola palabra, yo escogería: “SOÑADOR” pues es exactamente lo que he sido toda mi vida, y aunque me he estrellado muchas veces con la cruda verdad del fracaso, también he podido ver muchos de estos sueños cumplirse, hasta aquellos que yo pensé que eran imposibles.
Quizás no todos tus sueños se lleven a cabo, quizás muchos de ellos sí, pero esto nunca lo sabrás si no lo intentas… Si nunca te arriesgas a cruzar el río, nunca sabrás lo que te espera en la otra orilla.
Este pensamiento nos anima a seguir soñando… ya que quien se atreve a seguir soñando nunca envejece, se mantiene entusiasmado siempre que amanece. De hecho, la falta de sueños es, en última instancia, sinónimo de muerte en vida.
El problema de muchos de nosotros, es que hemos dejado de soñar, probablemente producto de los obstáculos que impidieron la realización de algún sueño en particular.
Sin embargo, muchos de nuestros sueños sí se habrán de cumplir si les ponemos ganas y nos aferramos al Señor.
Sin embargo, muchos de nuestros sueños sí se habrán de cumplir si les ponemos ganas y nos aferramos al Señor.
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