Pasaba del
medio día, el olor a pan caliente invadía aquella calle, y un sol abrasador invitaba a tomar un refresco.
Ricardito
no aguantó el olor apetitoso del pan y dijo:
¡Papá
tengo hambre!
El padre,
Manuel, sin tener un céntimo en el bolsillo, habiendo caminado desde muy
temprano buscando un trabajo, miró con los ojos mareados al hijo y le pidió un
poco más de paciencia…
Pero papá,
¡desde ayer no comemos nada, tengo mucha hambre, papá!
Avergonzado,
triste y humillado en su corazón de padre, Manuel le pide al hijo esperar
en la acera mientras entra en la panadería que estaba enfrente.
Al entrar
se dirige a un hombre en el mostrador:
Señor,
estoy con mi hijo de tan solo 6 años en la puerta, con mucha hambre, y no tengo
ni siquiera una moneda, pues salí temprano para buscar un empleo y nada
encontré; le pido en el nombre de Jesús, que me dé un pan para que pueda aplacar el hambre de ese niño. A cambio, puedo barrer el piso de su
establecimiento, lavar los platos y vasos, u otro servicio que usted necesite.
A Amaro,
el dueño de la panadería, le extraña que aquel hombre de semblante tranquilo y
sufrido, pida comida a cambio de trabajo, y le dice que llame al niño…
Manuel
toma a su hijo de la mano y se lo presenta a Amaro, que inmediatamente
pide que los dos se sienten junto al mostrador, y le pide a su esposa que les
sirva dos platos de comida del famoso PLATO DEL DIA: ARROZ, HABAS, CARNE MOLIDA
Y HUEVO.
Para
Ricardito era un sueño comer después de tantas horas en la calle. Pero para
Manuel un dolor más, ya que comer aquella comida maravillosa le hacía recordar
a su esposa y a sus dos hijos, que quedaron en casa solamente con un puñado de
arroz… Gruesas lágrimas bajaban de sus ojos, ya desde el primer bocado.
La satisfacción de ver a su hijo devorando aquel sencillo plato
como si fuese un manjar de los dioses y el recuerdo de su pequeña familia en
casa, fue demasiado para su corazón tan cansado después de más de 2 años de
desempleo, humillaciones y necesidades…
Entonces,
Amaro se aproxima a Manuel, y percibiendo su emoción, bromea para relajarle:
¡OH, María! Tu comida debe estar muy indigesta… Mira a mi amigo, ¡hasta está
llorando de tristeza por ese plato!
Inmediatamente,
Manuel sonríe y dice que nunca comió una comida tan apetitosa, y que le
agradecía darle ese placer.
Amaro pide
entonces que él tranquilizase su corazón, que comiese en paz y después
conversarían acerca de trabajo…
Más
tranquilamente, Manuel seca las lágrimas y empieza a almorzar, ya que su hambre
estaba agobiándole…
Después de
la comida, Amaro invita a Manuel a conversar en el fondo de la panadería, donde
había un pequeño escritorio… Manuel cuenta que, hace más de 2 años que había
perdido el empleo y desde entonces, sin ninguna especialidad profesional y sin
estudios, estaba viviendo de pequeñas “chapuzas aquí y allí”, pero que ya hacía
2 meses que no recibía nada…
Amaro
resuelve entonces contratar a Manuel para servicios generales en la panadería,
y le prepara al hombre una cesta con alimentos para, al menos, 15 días…
Manuel,
con lágrimas en los ojos, agradece la confianza de aquel hombre y señala el día
siguiente como su inicio en el trabajo…
Al llegar a casa con toda aquella cantidad de comida, se siente un nuevo hombre. Sentía esperanzas, sentía que su vida tomaría un nuevo impulso… La vida le estaba abriendo algo más que una puerta, era toda una esperanza de días mejores…
Al llegar a casa con toda aquella cantidad de comida, se siente un nuevo hombre. Sentía esperanzas, sentía que su vida tomaría un nuevo impulso… La vida le estaba abriendo algo más que una puerta, era toda una esperanza de días mejores…
Al día
siguiente a las 5 de la mañana, Manuel estaba en la puerta de la panadería, ansioso por iniciar su nuevo trabajo…
Amaro
llega después y sonríe a aquel hombre; ni él mismo sabía por qué le estaba
ayudando… Tenían la
misma edad, 32 años, e historias diferentes, pero algo dentro de él le llamaba
a ayudar a aquella persona… Y no se equivocó.
Durante un
año, Manuel fue el más eficiente trabajador de aquel establecimiento, siempre
honesto y extremadamente celoso con sus deberes…
Cierto
día, Amaro llama a Manuel para una charla y habla de la escuela que abrió,
lugar para la alfabetización de adultos, sita a una manzana de calle de la
panadería, y que tenía interés en que Manuel estudiara allí.
Manuel
nunca se olvidó de su primer día de clases: la mano trémula en las primeras
letras y la emoción del primer escrito…
Doce años pasaron desde aquel primer día de clases…
...cuando
encontramos al licenciado Manuel Baptista de Medeiros, abogado, abriendo
su oficina a su primer cliente, y después a otro y después a otro más… Al medio
día baja para beber un café en la panadería de su amigo Amaro, que queda
impresionado al ver a su antiguo empleado muy elegantemente vestido con
ese traje…
Diez años
más pasan, y ahora el joven licenciado Baptista, ya con una clientela que
mezcla los más necesitados que no pueden pagar, con los más adinerados que
pagan muy bien, decide crear una institución que ofrece a los desvalidos de la
suerte que andan por las calles, personas desempleadas y con carencias de todo
tipo, un plato de comida diaria a la hora del almuerzo…
Más de 200
comidas se sirven diariamente en aquel lugar administrado por su hijo, el ahora
nutricionista Ricardo Baptista.
Todo cambió, todo pasó, pero la amistad de aquellos dos hombres, Amaro y Manuel impresionaba a todos los que conocían un poco de la historia de cada uno…
Todo cambió, todo pasó, pero la amistad de aquellos dos hombres, Amaro y Manuel impresionaba a todos los que conocían un poco de la historia de cada uno…
Cuentan
que, a los 82 años los dos fallecieron el mismo día, casi a la misma hora,
muriendo plácidamente con la sonrisa del deber cumplido…
Ricardito,
el hijo, mandó grabar delante de la “Casa del Camino”, que su padre fundó con
tanto cariño:
“¡Un día yo tuve hambre, y me alimentaste.
Un día yo estaba sin esperanza
y me diste un camino.
Un día me desperté solo, y me
diste la paz, y eso no tiene precio.
¡Que la paz habite en tu
corazón y alimente tu alma!
¡Y que te sobre el pan de la
misericordia para extenderlo a quien lo necesita!”
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