martes, 2 de septiembre de 2014

Nunca solo - Reflexiones

David, era el hijo de un pastor, amigo mío, que había llegado al hogar para gozo y alegría de sus padres, pero, a poco de nacer, empezó a manifestar síntomas de enfermedad que llevaron a sus padres a recurrir a la medicina.
Tiene una debilidad en el músculo del corazón, dijo el médico, y se ha roto la pared interior del mismo, de modo que la sangre no se purifica pues se mezcla la sucia con la limpia. No sobrevivirá, es muy débil.
Todos lloraban esta desgracia, la madre, los abuelos, los amigos.
La Iglesia oraba, pero, el diagnóstico era tan adverso que la fe de muchos estaba debilitada.
De pronto, su padre se sentó al lado de la cunita de David, e hizo algo que a todos le pareció de poca cordura.
Tomó su guitarra, y se puso a rasguear algunos acordes. Más de alguno pensó: “está perdiendo el juicio a causa del dolor”.
Pero de pronto, y a pesar de que su voz no era muy audible, los labios del padre de David empezaron a cantar:
SOLO NO ESTOY,... JESÚS ESTÁ A MI LADO,... AMIGO FIEL QUE NO ME DEJARÁS.
Prosiguió, y mientras lágrimas salían de sus ojos cerrados, él seguía cantando este himno, mezcla de oración y testimonio.
Terminó la tercera estrofa, y, empezó otra vez con la primera, y de pronto, todos los presentes empezaron a acompañarle en voz baja para no importunarle.
David actualmente, es arquitecto colegiado de una prestigiosa Universidad, se ha casado, es padre de una hermosa niña, y da testimonio diciendo que él vive porque su padre nunca dudó que Dios estaba a su lado.
Querido amigo, Jesús está a tu lado, pero, Él obrará en tu necesidad en la medida que tú creas que su presencia te acompaña ayer, hoy y siempre.
II Timoteo 4:17 “Pero el Señor estuvo a mi lado… ”

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