martes, 2 de septiembre de 2014

¿Evolución o Creación?

¿Hay un Dios en los cielos? ¿Tenemos evidencias para decir que sí? A simple vista, para el investigador superficial, no las hay. Pero el apóstol Pablo afirma que, “las cualidades invisibles de Dios son visibles por sus obras, de modo que no tienen excusa” (Romanos 1.20). Dios es invisible, pero vemos su realidad en sus obras hechas en el cielo y en la tierra.
Hay leyes que rigen la naturaleza. Pero donde hay leyes, también se necesita a un legislador. Y la Biblia llama al gran legislador, Dios. “El ha hecho la tierra por su poder y el círculo de la tierra ha preparado por su sabiduría, y extendió los cielos por su inteligencia” (Jeremías 10.12). “El Señor Dios fundó la tierra con sabiduría, y preparó los cielos con inteligencia” (Proverbios 3.19). ¿Conoces tú las ordenanzas de los cielos, o defines su dominio sobre la tierra?” (Job 38.33). ¿Por qué siguen funcionando las leyes del universo? Al estudiar a fondo la ciencia, asumimos que las leyes del cosmos son regulares y que seguirán en esa condición. Esto es simplemente una suposición nuestra, sin pensar nada más, consideramos que está establecido así, pero La Escritura nos enseña que Dios sostiene el universo por el poder de su palabra (Hebreos 1.1-3; Colosenses 1.17). Usted ante todo, debería creer en Dios, pues Él es el legislador y el que sostiene a todas las cosas.
Las estructuras y los mecanismos de cada cosa, no han sido construidos por mera casualidad. Se necesita inteligencia, conocimiento, y trabajo para diseñar y construir estructuras y maquinaria. El tiempo es un factor que solo puede producir destrucción, no creación. La arcilla y la madera no producen por sí mismas una casa así como así, por arte de magia. Nada llega a existir por el simple factor tiempo, nada llega a ser por casualidad. Se requiere de una gran inteligencia para crear, diseñar y construir.
Miremos a los pajarillos. Están diseñados para volar; tienen huesos ligeros, delgados y porosos, pues sólo así pueden volar. Sus alas son constituidas de modo que puedan dirigir su vuelo en cualquier dirección, considerando el ascenso y el descenso. Algunos aparatos voladores poseen un sistema solar o de radar. ¿Es esto una consecuencia de procesos evolutivos u obedece al diseño inteligente de un Creador sabio? Las moléculas de DNA, en sus células, contienen la información que ha sido usada para el crecimiento y el funcionamiento de su cuerpo. Esas instrucciones escritas de cada célula, llenarían muchos volúmenes de cualquier Enciclopedia mundial. Más lógico sería creer que, un volumen de enciclopedias es el resultado de una explosión en una imprenta, que creer que el sistema del DNA de las células vivientes se produjera por casualidad, por un mero accidente cósmico.
Los ingenieros han estudiado el cerebro humano a fin de mejorar el diseño de las computadoras. ¿Piensa usted que una computadora puede construirse por sí misma, por casualidad? ¿Quién diseñó el cerebro humano? La materia más alta y sofisticadamente organizada en la tierra es su cerebro. Miles de millones de neuronas se encuentran bien empaquetadas dentro de su cráneo. Sólo Dios pudo haber diseñado y construido el cerebro humano.
¿Aparte de todo, se puede probar estadísticamente la existencia de Dios? Tan solo tomemos el cuerpo humano. Pensar que todo ello funcione así, y que sea simplemente, fruto de la casualidad, constituye una verdadera monstruosidad estadística.
Entended, necios del pueblo; y vosotros fatuos, ¿cuándo seréis sabios? El que hizo el oído, ¿no oirá? El que formó el ojo, ¿no verá? (Salmos 94.8,9). Dice el necio en su corazón: No hay Dios. Se han corrompido, hacen obras abominables; no hay quien haga el bien (Salmos 14.1).
Pensemos en la navegación de los peces. El salmón posee un sistema de olor requerido para su navegación. Además, tiene un sistema incorporado que le confiere la facultad de regresar, subiendo los ríos, al lugar donde puso los huevos. ¿Quién le dio tal habilidad? ¿Quién los programó de una forma tan precisa?
Las anguilas vienen del Lago de Sargaso, siendo llevadas por la corriente marina del Golfo de México 3,000 millas, hasta llegar al continente europeo. Después de 10 a 12 años regresan, desde los lagos, criaderos, etc. de Europa y de los Estados Unidos, al Sargaso. ¿Cómo se explica usted un sistema de navegación tan refinado incorporado en las anguilas? Todo ello requiere de un origen inteligente para crearlo.
Algunos pájaros viajan, orientados por el sol. Otros, como los gansos, vuelan dirigiéndose por las estrellas. Ambos sistemas de navegación necesitan de un control estricto del tiempo. Estos animalitos deben tener un reloj incorporado. El ser humano necesita un equipo muy sofisticado para navegar, y los pájaros lo tienen en su cuerpo. Sería más lógico creer que una brújula, un reloj y un sextante llegaron a existir por casualidad, que creer que el sistema de navegación de los pájaros es producto de la casualidad en el tiempo. Obviamente, usted tiene que admitir que hay Dios, un Dios que lo diseñó todo.
Hay pájaros que hacen sus nidos en Alaska y Siberia. Emigran volando miles de millas sobre el agua hacia las islas en el Océano Pacífico. Esto requiere de una navegación precisa. Lo que es aún más sorprendente, es que los animales adultos salen primero. Los animales jóvenes tienen que hacer, después, el largo viaje sin guías experimentados. ¿Dan los adultos un mapa a los jóvenes? Estos pájaros poseen solamente lo que está incorporado en ellos. Tal conducta fantástica y tal enorme habilidad necesitan de un Creador inteligente.
Los sistemas de dirección de los misiles han sido construidos con gran inteligencia dentro del campo de la ingeniería. Por lo que debe haber una gran inteligencia que diseñó los sistemas de dirección de los peces y de los pájaros.
Job decía hace 4.000 años: “Pregunta a los animales, que ellos te enseñarán; y las aves de los cielos, que ellas te lo mostrarán; o habla a la tierra, y ella te enseñará; los peces del mar te lo declararán también. ¿Qué cosa de todas estas no entiende que la mano de Jehová la hizo? En su mano está el alma de todo viviente, y el hálito de todo el género humano” (Job 12.7-10).
Aun la cigüeña en el cielo conoce su tiempo, la tórtola, la grulla y la golondrina guardan el tiempo de su venida; pero mi pueblo no conoce el juicio de Jehová (Jeremías 8.7).

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